Sí, los hay que son ‘idiotos' y no idiotas, porque en casos como el que te voy a comentar es una cuestión de género. Y de incultura. Compartíamos hace unas semanas que Menorca necesita el turismo más de lo que, en muchas ocasiones, el turismo necesita a Menorca. Peleles que, sinceramente, ojaláse fueran, directamente y sin escalas donde está oscuro, lejos y huele raro.
Si llevas tiempo frecuentando este coto privado de ideas sabrás que la segunda cosa que más detesto en este planeta es volar. Y la primera, tener que volar y compartir travesía con un idiota. Gente que por su carácter y su predisposición podrían prescindir de visitarnos porque -y los restaurantes no lo negarán- son el prototipo de malos turistas y, de paso, malas personas. De los que se creen más listos que nadie aunque la educación brille por su ausencia.
Con uno de estos tipejos compartí vuelo de regreso a la Isla hace unos días y logró con menos mérito de lo que imaginarías que le odiara con todas mis fuerzas. «En Menorca, ¿son primos de los ‘flamenquitos'?», preguntaba en voz alta a su compañera, mucho más comedida y discreta. «¿Hablan español?», seguía deleitando con un carrusel de comentarios que, lejos de la gracia andaluza, no solo incomodaban, sino que evidenciaban el nivel cultural del pimpín, burlándose además de toda la situación derivada de la covid-19 y los más de 40.000 muertos. Y comentando las diferentes fases del vuelo y las probabilidades en su brillante mente y a viva voz de que nos estrellaramos.
Cuando me harté tiré de la música para dejarlo a solas con su ‘mongólogo', que es como un monólogo pero con un intento de comediante que no tiene gracia. Y entre acordes de Rosana, Cold Play y Sabina le dediqué estos versos convencido de que nunca los leerá. «¿Leer? Eso es cosa de pijos», podría ser su reflexión.
Y pensé, este no es el turismo que queremos, alguien que ni siquiera se preocupa de informarse del destino al que va. Esta es una de las partes que más me apasionan cuando me largo a un sitio nuevo, documentarme para luego conocer y descubrir con más criterio.
Y me puse en lo peor. ¿Y si este energúmeno ha volado a Menorca para trabajar? Porque en la difícil competencia que tenemos abierta con otros destinos y con el handicap de los precios de los vuelos, no solo hay que preocuparse por quién viene sino también por el que les atiende, que se convierte en nuestro primer embajador. Y eso no hay video ni campaña turística que lo arregle....
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