Con el calor llegan rebrotes, fruto del desmadre (o despadre, para los políticamente correctos). Sin seguir las recomendaciones sanitarias, autocontrol y responsabilidad individual, se necesita la ayuda inestimable de la policía. Tenemos instinto gregario. Nos dejamos llevar por el rebaño sin pensarlo demasiado. De ahí la tendencia a bandos, pandillas, hooligans o botellones. Nos resulta mas fácil enfrentarnos para alcanzar alguna poltrona que cooperar para conseguir un objetivo común. ¿Cuánto tardaremos en recuperarnos de esta crisis y cómo saldremos de ella?
Estamos más de luto que de fiesta. Aunque la vida debe seguir sin que la pena nos ahogue o paralice. Con la economía recibiendo respiración asistida desde Bruselas, estamos atravesando un acontecimiento histórico que nos marcará profundamente, para bien o para mal. Somos una especie que se define como sapiens para no llamarnos cosas que nos desanimen o que destaquen nuestros defectillos. Somos depredadores, jactanciosos, territoriales. Animalillos salvajes con mucha maña para conquistar e inventar cosas que nos procuren un mayor poder y protección. Está de moda substituir la ética por la estética.
Pero una enfermedad contagiosa nos pone a prueba. El mundo se paraliza y moviliza para detener al virus cuanto antes. Seamos prudentes para no poner en peligro la salud. ¿Seremos tan sapiens como creemos? Se puede ser listo sin ser sabio. Talayótico con un iPad.
