¿Cómo están queridos lectores? Imagino que preocupados e intranquilos. Días complicados y noches difíciles. Es más que normal, humanos somos y dentro llevamos una tormenta de emociones que se desata con furia ante una situación tan extraordinaria como esta.
No ocuparé ni una sola línea en dar consejos, ya estamos todos más que sobreinformados sobre lo que hay que hacer. Tampoco vaticinaré lecciones futuras que sacaremos de esta situación, ya llegará el momento de valorar si hemos aprendido algo o no. Tampoco haré critica ni replica del manejo de esta situación que están llevando a cabo los responsables de pilotar la nave, no es el momento. No me gustan nada los que, a pesar de todo lo que estamos pasando, siguen atacando al otro para buscar algún beneficio, creo que es miserable, pero allá ellos, el tiempo les juzgará.
En esa tormenta de emociones que les comentaba en el primer párrafo hay personas que han brotado en histeria vaciando supermercados sin importarles quien venía detrás. Bueno, todo eso cabe dentro de la condición humana capaz de lo mejor y de lo peor. Porque también los hay que están haciendo una muestra inmensa de solidaridad y entrega por los demás. Ellos son los que importan, ellos son los imprescindibles.
Todo el personal sanitario y no sanitario de los hospitales y centros médicos se están dejando la piel para atendernos y curarnos, está muy bien aplaudirles ahora, pero ojalá que cuando pase todo sigan contando con el reconocimiento y el apoyo de todos, pero de todos, que no se despiste nadie, que los hay con menos memoria que Dory en «Buscando a Nemo».
Además de ellos están todos aquellos que tiene que seguir funcionando para que la cosa marche aunque sea como un móvil en modo avión. Policía, bomberos y todo el personal de emergencias más necesarios que nunca en su labor de servicio al ciudadano. Y no podemos olvidar a los transportistas, si ellos paran el caos es total. Así como los marineros que en los barcos traen las mercancías para que no nos falte de nada en nuestra Menorca. Los pilotos, personal de aire y tierra que hacen que los aeropuertos sigan operativos para los traslados estrictamente necesarios. Todo el personal de mantenimiento de servicios básicos para que sigan funcionando los hogares. Toda la buena gente de los servicios de limpieza y recogida de basuras. A los periodistas que siguen currando para la necesaria información. Mención aparte para todo el personal de los supermercados y tiendas de alimentación, trabajos muchas veces denostados y con poco reconocimiento social, ojalá después de esta se les valore como se merecen. En definitiva, a todos aquellos que no pueden parar para cubrir al menos lo mínimo.
Me van a permitir que acabe el artículo siendo corporativista. Aunque ustedes me conocen por las líneas que salen en este periódico, a lo que me dedico profesionalmente es a cuidar personas con discapacidad que viven en la residencia de Trepucó. Así que un abrazo enorme para mis compañeros y compañeras. Y lo hago extensivo a todo el personal de nuestras residencias de gente mayor, y a toda la buena gente de los servicios sociales de la Isla. Joder, claro que es importante tener unos servicios sociales públicos y de calidad, perdón que me caliento con los flipaos de las privatizaciones y prometí no hacerlo. Cierro deseándoles, a pesar de todo, un feliz jueves y haciéndoles una pregunta, ¿se ha resuelto ya el misterio del papel del váter? Mucha fuerza mi Menorca.