Ha sido una semana especialmente complicada por el caso de las menores víctimas de abuso sexual, con un debate abierto sobre si cualquier cuestión que afecte a menores debe ser tabú o si conviene que la sociedad conozca lo que pasa y ello permita impulsar mejoras imprescindibles.
¿De qué hablamos en este caso? Se trata de algunas adolescentes que todavía no han cumplido los 18, que se encuentran en una situación de riesgo. Algunas han sido víctimas de explotación sexual. No son las que residen en la Casa de la Infancia, aunque éstas forman parte de la investigación porque podrían conocer situaciones delictivas. Mientras los profesionales se preocupan de atender y ayudar a las menores, el foco ha de mirar hacia los adultos que supuestamente han abusado y explotado a las chicas, al tráfico de drogas que es esencial en el caso, a la falta de vigilancia y de actuación en el skatepark y Es Freginal, a las casas de okupas donde los menores quedan atrapados por la marginación. No es fácil, pero el esfuerzo ha de estar en rescatar a la persona y eso también se hace con acciones comprometidas y no con silencios o estrategias partidistas.
Creo que «Es Diari» y su periodista Miguel J. Urbano han cumplido con su deber, publicando lo que es de interés público y reservando lo que puede dañar a las menores.
También opino que la consellera Bàrbara Torrent ha actuado con valentía, al matizar un error inicial en sus declaraciones. Rectificar porque se pretende la verdad es un mérito. El equipo de la Casa de la Infancia ha cumplido con su obligación al denunciar unas sospechas que han terminado con cuatro detenidos, tres de los cuales siguen en la cárcel, y ello porque la Policía también ha realizado un buen trabajo.
Sería positivo que los partidos no busquen el rédito político, con la crítica o con una hiperactividad innecesaria. El caso, además de atajar lo concreto, debería servir para mejorar los medios de atención a los menores. Ojalá.