La cumbre social por el clima deja tras de sí un puñado de interrogantes. ¿Cómo es posible que en escasas dos semanas seamos capaces de organizar un evento que otros países les habrían supuesto más de un año? ¿Cómo es posible acomodar decentemente un Ifema para 25.000 visitantes y que luego no seamos capaces de formar un gobierno en todos los meses que llevamos tras ese asunto, contando además con el resultado de dos consultas electorales? ¿Cómo es posible que un evento como la Cumbre del Clima lo acapare una niña con 16 años, con docenas de fotógrafos a los que las distintas personalidades mundiales que han acudido al Ifema madrileño para contarnos cómo tenemos el planeta de maltratado, y que piensan hacer los gobiernos para corregir nuestra propia destrucción, les importe luego una higa?, pues parece que lo único importante, lo único que buscaban era la fotografía de una triste niña de 16 años a la que los medios han convertido en poco tiempo en diosa mediática, que vende tristeza pero que da que pensar.
Lo que más me ha llamado la atención sobre el personaje Greta Thunberg, es el tristísimo papelón de los científicos, hombres de ciencia con muchísimos años de estudio de todo el mundo, que llevan toda su vida avisando una y otra vez sobre el grave problema de nuestra dejadez medioambiental.
Los glaciares que tienen siglos de existencia y ahora han empezado a fundirse, la desaparición sistemática entre otros animales de los pingüinos, la respuesta violentísima en forma de danas y ciclogénesis explosiva, que anegan pueblos, ciudades y campos, causando cada vez más destrozos, incluso detectándose ya enfermedades causadas por la contaminación.
Todos sabemos que fumar es malo, pero haga el ejercicio de tener una mañana paseada bajo la boina negra que cubre los cielos de Madrid, y ya le garantizo que será para sus pulmones como si se hubiera fumado un cigarrillo detrás de otro, aunque en puridad no haya usted fumado ninguno.
En cualquier caso, si lo de Greta Thunberg, sirve para que los políticos mundiales hagan caso sobre la explotación de los recursos existentes, pues bienvenida sea, pero no soy capaz así de pronto, de creerme que ahora sí se van a dar por enterados, cuando les han puesto delante de sus morros, largos y documentadísimos estudios y lo que han hecho ha sido limpiarse el culo con ellos. Parece un aviso dirigido a nuestra mala conciencia que una niña de 16 años pueda lograr lo que nadie ha conseguido hasta la fecha.
Aunque qué quieren que les diga, me barrunto si todo no será más que un boom mediático, unos hilos hábilmente manipulados para que sirvan de tapadera a los verdaderos culpables. Por ejemplo de que toneladas de comida acaben en la basura mientras millones de personas pasan hambre.
Dice Almudena Grandes en su columna de «El País» 9-12-2019 «mientras hablamos de Greta nadie habla de Jair Bolsonaro el pirómano de la selva amazónica, ni de Donald Trump que sigue haciendo malos chistes sobre el frío».
Creo que lo de Greta es en puridad un fenómeno precipitado por la incapacidad de unos y los intereses de otros. En todo caso, si ponerle freno a una contaminación desbordada descansara sobre las espaldas de una niña, arreglados estamos. Qué ejemplo más vergonzoso para los humanos del siglo XXI, que ven quemarse su casa y son incapaces de intentar apagarla con un cubo de agua.
No hace tampoco mucho, vi como quedó la subida del Mirador del Fito después de una carrera de rally. Se llenaron varios contenedores de lo que se recogió del suelo: botellas, bolsas, papeles, latas y todo tipo de inmundicias, por el simple hecho de haberse celebrado en esa hermosa zona asturiana una carrera de coches, parecía que había pasado por allí toda una manada de caballos de Atila.
Hace tiempo que sé que somos el único ser vivo del planeta capaz de acabar con él.