Seguimos con el espectáculo de elecciones y impeachment que mantienen ocupadas todas las cadenas de televisión. No hay quien mire nada, siempre las mismas historias. Yo ni la enciendo la caja tonta, prefiero leer la prensa escrita ya que puedo buscar las informaciones que me interesan sin pasar por los ridículos espectáculos a que nos someten.
En el partido demócrata hay unos 26 candidatos que se presentan a las primarias para las elecciones presidenciales más unos posibles seis más que no está claro si se llegarán a presentar. Este número no está muy bien definido ya que va variando de día en día. Falta más de dos meses para que empiecen las primarias, pero ya van a todo gas. Se han hecho debates televisivos entre los candidatos, se han seleccionado 10 para estos debates. La selección se basa en el nivel conseguido en las encuestas y en la cantidad de fondos que han conseguido.
El que se usen el dinero conseguido por los candidatos como medida para participación en los debates me parece un serio error que tiende a destruir las bases democráticas en el proceso electoral.
Con eso lo que se consigue es que el foco de todas las campañas sea el conseguir dinero. Así es fácil para los multimillonarios como Trump entrar en las campañas y se pone muy difícil para ciudadanos normales.
El candidato que parece ir a la cabeza es Jon Biden, el que fue vicepresidente con Obama. Es el candidato oficialista y más conservador. Puede ser el equivalente de lo que fue la Clinton en las pasadas elecciones. Después están los candidatos de más hacia la izquierda, Elizabeth Warren y Bernie Sanders. Ambos tienen capacidad y altura para el puesto. Sería un buen equipo si al final se aliaran. Así como Biden no despierta ningún entusiasmo en el electorado, estos dos si lo hacen al menos en un sector.
Otros dos candidatos con bastantes posibilidades son Kamala Harris y Pete Buttigieg, ambos más jóvenes y de un carácter centrista.
Claro que a tanta distancia de las primarias es difícil juzgar posibilidades.
Pero el centro de atención está en la investigación en el Congreso sobre el posible impeachment de Trump. Ya hace un par de semana que han empezado oficialmente la sesiones y las declaraciones de los testigos son públicas. No es muy buena propaganda para Trump, aunque los republicanos siguen defendiéndolo a pesar de la evidencia que se acumula. Muy importante fue la declaración de Marie Yovanovitch, la embajadora de USA en Ucrania que Trump hizo dimitir. Esta señora tiene alta reputación como diplomática y es una seria profesional. Esto era un problema para Trump poder hacer las manipulaciones y presiones para su ataque a Biden.
Trump la trató de intimidar varias veces y así lo declaró ella en el Congreso. El idiota de Trump no se le ocurrió otra cosa que mandar tuits atacándola mientras estaba ella declarando.
El presidente del comité leyó esos tuits públicamente durante la sesión y le pregunto a Yovanovitch si se sentía amenazada, a lo que respondió afirmativamente. Así que Trump no solo demostró que ella decía la verdad sino que incurrió en el delito de amenazar a un testigo.
Marie Yovanovitch durante su declaración expresó su preocupación por el deterioro en el sistema diplomático desde que está Trump y la violación de la independencia política que debe mantener el servicio diplomático.
No es este solamente el problema que se le ha presentado a Trump.
El Congreso le había pedido su declaración de Hacienda de los últimos años. Contrariamente a lo que hacen los presidentes al ser elegidos, él nunca presentó estos datos y llevó a juicio esta petición. El juez concluyó que debía presentar lo que se le pidió y Trump ha recurrido al Tribunal Supremo. Evidentemente, la continua negativa a enseñar esos datos sugiere que tiene algo que ocultar. Un nuevo problema que se le puede presentar pronto.
Esperemos que todo esto nos evite otros cuatro años de Trump.
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