En ocasiones le concedo más mérito en saber callar que en ponerse a hablar como un papagayo. Eso de callar no va mucho con las viejas glorias socialistas; por ahí anda un tal Ibarra amenazando con irse del partido si Sánchez pacta con quién a él no le gusta, porque eso es y no otra cosa lo que ha venido a decir. González no encuentra tiempo, será por sus múltiples ocupaciones, pero ya digo, no encuentra tiempo para tener una conversación con Pedro Sánchez y aclararse, porque ahora mismo, no sabemos a ciencia cierta qué es lo que le disgusta del «abrazo» entre Podemos y socialistas.
Aunque para mí tengo, que lo más impresentable es la oferta de Pablo Casado en apoyar a Sánchez Castejón si los socialistas rompen con Podemos, ¡pero alma de cántaro! Eso viene siendo «como a moro muerto gran lanzada», o cómo dicen los pastores «ahora que se ha ido la liebre palos a la cama», y más en román paladino «a buenas horas mangas verdes» ¿Pero señor mío, por qué no hizo la oferta de apoyar a Sánchez antes de que éste agachara la cabeza y fuera en demanda de ayuda frente a Pablo Iglesias, que como usted comprenderá, ese no tuvo que ser un recado fácil, después de pregonar a los cuatro vientos, que estaba poco menos que harto de contar ovejas por el insomnio que le producía la sola idea de emparentar la legislatura con Pablo Iglesias ¡quim paperot!, y ahora, después de pasar el fielato de esa humillación, va usted y le brinda la legislatura, pero eso sí, tiene que mandar a Iglesias lo más lejos posible (la elemental decencia no me deja poner la palabra en que estaba yo pensando). El caso es «que no asamos y ya pringamos», una legislatura que no ha empezado y que va a costar mucho que empiece, porque ésta es precisamente una legislatura para políticos en ejercicio y jubilados de altura, pero lo demostrado hasta la presente, es que políticos de esta clase desgraciadamente es lo que nos falta.
Mucho nos quejábamos del bipartidismo y no diré que no fuera con razón, pero tal cual funcionan las cosas más de uno lo está echando de menos. Personalmente prefiero los acuerdos, los pactos, la capacidad de gobernar, como gobiernan nuestros quehaceres diarios la mano izquierda y la derecha. La naturaleza nos dio dos manos diferentes que precisamente por eso son maravillosas.
No estamos acostumbrados a los pactos y más vale que nos acostumbremos, pues esto obliga al presente y es fácil barruntar que también al futuro. Ahora nos pasa «como el que no está acostumbrado a bragas que la costura le hace llagas». Por eso tenemos tantos temores, tantas dudas, que no sé yo si no es todo una hipocresía desatada.
Cuánto siento barruntar que esta legislatura si se estrena va a ser una legislatura inacabada, cargada de presiones y de desencuentros, que harán saltar las costuras que deben mantener durante cuatro años unidos los acuerdos. Ojalá que me equivoque y que el próximo gobierno sea fructífero, acertado y lo largo que exige una legislatura. Casi un milagro.