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La película de Amenábar «Mientras dure la guerra» nos refresca a todos el discurso que dio el pensador Miguel de Unamuno en la Universidad de Salamanca: «Venceréis, pero no convenceréis. Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta, pero no convenceréis porque convencer significa persuadir. Y para persuadir necesitáis algo que os falta en esta lucha, razón y derecho…» Joder con don Miguel, ¿puede estar más de actualidad está frase? La fuerza bruta se abre paso como una locomotora triturando a su paso cualquier brote de dialogo, solidaridad, compasión, empatía, entendimiento y sosiego. Se han desatado las jaurías y ya solo se busca más poder para imponer, mediante la violencia física y psicológica, lo que a uno le venga en gana. No olvidemos que la violencia lleva un mensaje muy claro: «yo soy el que mando y tú eres el que obedeces».

Hoy, en el día en que hacen el unboxing del dictador genocida, al que algunos increíblemente aún veneran, también cobran nueva actualidad, si alguna vez la dejaron de tener, las palabras del filosofo Hobbes cuando afirmó: «el poder es la dominación del hombre por el hombre». Y se trata sencillamente de eso, de acumular poder ejerciendo la violencia para imponer lo que a mí me dé la gana. Por lo tanto no extraña ver a ese líder político que quiere ser presidente, más poder, para meter gente en la cárcel, obviando la separación de poderes y esos detallitos tan de democracia que se olvidan con más facilidad con la que Ana Rosa Quintana mancilla la palabra «periodismo».

Para hablar con un poquito mas de propiedad sobre la violencia deberíamos echarle un vistazo a la clasificación que hace de la misma el filósofo estadounidense Newton Garve. Según la taxonomía de la violencia que propone Garve podemos hablar de que la violencia puede ser personal o institucional, y estas a su vez pueden ser abiertas, u ocultas y silenciosas. La violencia personal no mola nada, pero cuando la violencia es institucional la cosa se pone aún más fea.

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Un ejemplo de violencia institucional abierta sería una guerra, o un grupo de fuerzas del Estado aporreando a unos ciudadanos que se manifiestan pacíficamente, es claramente identificable. Vayamos al meollo, la institucional oculta puede ser, por ejemplo, la pobreza. Dictar leyes que ahondan en la gran brecha existente entre los que se ahogan en dinerito y los que se tienen que comer los mocos para subsistir, es una violencia silenciosa y lacerante que normalmente se apoya en la educación y en los medios de comunicación. A base de machacar con lo que el que no trabaja es porque no quiere y todo ese bla bla bla, van minando espíritu crítico, reforzados por unos medios de comunicación más manipulados que los vídeos de gatitos de YouTube, pero sin ningún encanto.

Si además le sumamos que dan pasos de gigante para que educación sea competitiva y elitista, y que además expulse al diferente y al que no la puede pagar, ¡tachán!, tenemos violencia pura y dura contra una gran parte de la población ejercida, de forma sistémica, por el papa Estado a la mayor gloria de los grandes accionistas que veranean en la Islas Vírgenes.

Pero ojo, miren Chile, miren Ecuador y miremos Catalunya, cuando una agujita pincha el globo hinchado de las injusticias, cualquier excusa es buena para sacar la rabia a pasear, porque quien siembra odio puede acabar recogiendo dosis de su propia medicina. El tiempo nos lo dirá, queridos lectores, solo el tiempo. Desde Menorca, feliz y pacífico jueves.

conderechoareplicamenorca@gmail.com