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Desaparecido durante semanas, Rivera ha reaparecido para ofrecer una pértiga con la que saltar el bloqueo político. Del no a Sánchez o el «con Rivera no», que cantaban los forofos socialistas la noche electoral, hemos pasado al sea usted presidente, de la reacción visceral al imperio de la razón. Claro que en política nada es inocente ni nada es gratis tampoco, de modo que debe negociarse el difícil apoyo directo del sí, se han perdido tres meses negociando con el interlocutor equivocado, o el indirecto de la abstención.

A Rivera se le ha pegado más que a nadie y personajes destacados del núcleo de Ciudadanos le han dejado. No se ha entendido ni la cerrazón negativa al diálogo con Sánchez ni entiende la oportunidad perdida para marcar territorio centrista.

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Sostienen algunos articulistas que las decisiones no las toman tanto las personas como los tiempos, un modo de justificar la apuesta tardía del líder de Ciudadanos. Ya hizo algo parecido para evitar el bloqueo en las anteriores elecciones ganadas por Rajoy. Mejor una solución que evite otro paso por las urnas a la alternativa todavía posible de acuerdo frankenstein, como se ha llamado el conglomerado de partidos que hicieron posible la moción de censura, mezcla de Otegi, Rufián e Iglesias.

Como estamos en el esprint final, es posible que el tiempo logre lo que no han conseguido las personas. También es probable que el último movimiento de Rivera haya quedado inoperativo ante las piezas que maneja y mueve Sánchez.

Queda claro, no obstante, que el desbloqueo es posible y que la salida está más por el centro que por la izquierda bolivariana. Sánchez dice que las tres condiciones al apoyo que plantea Rivera ya se cumplen, lo que suena igual a evidencia que a rechazo.