Pedro Sánchez Obrero Español no ha logrado ser investido presidente a la primera por el «no es no» que popularizó hace tres años y que ahora se ha vuelto contra él. Y porque el pacto con Podemos no basta. Y porque no es lo mismo contar con los nacionalismos insolidarios para echar a un presidente que para facilitar un gobierno. Lo será mañana con mayoría simple y sin el peligro Iglesias en el Gobierno, es un arreglo posible.
La celebrada pluralidad que acabó con el bipartidismo ha sido un fiasco porque la alternativa surgida es el bibloquismo. Buena parte de la responsabilidad recae en Rivera que, nacido para el centrismo moderador de esos bloques, se ha instalado en uno de ellos para desconcierto de sus militantes.
Las negociaciones conocidas trasmiten la idea de que Podemos pretende cobrar un premio gordo, cuando en la lotería de las elecciones solo obtuvo una pedrea. Después del PP, fue el partido más castigado por los electores, pasó de 71 a 42 diputados con el 14 por ciento de los votos y quiere agarrarse al poder por meras razones de supervivencia. Después de la consulta en las urnas solo importa la silla, tenemos sobrada experiencia, no solo en la capital.
En esta coyuntura y conocida la idea más o menos compartida de reformar la Constitución, que es una necesidad, quizás lo más oportuno hubiera sido dar carácter constituyente a estas Cortes, a pesar de la confianza perdida en el consenso con los artistas del circo político de hoy.
Además de esa circunstancia, se daría viabilidad a la reclamada nueva transición. Juega a favor el ritmo de cuarentena de que marca la España moderna. A 40 años de franquismo le han sucedido otros 40 de régimen constitucional. Pero PSOE solo ha hablado de reformar el artículo 99 para evitar el bloqueo, egoísmo frente al sentido de estado.