Vía libre
Realidad y ficción se confunden
Era demasiado bonito para ser verdad, pero quisimos creerlo. El mes pasado una pequeña isla noruega, un remoto paraje ártico, fue noticia porque sus algo más de 300 habitantes decidieron que no querían regirse más por los relojes. En Sommar abolían la tiranía del tiempo tal y como lo conocemos, lineal, estresante, siempre insuficiente, porque sus días y sus noches no son como las nuestras. Pasan dos meses de total oscuridad en invierno y ahora, desde el pasado 18 de mayo, viven en un día perpetuo, no se pone el sol y no está previsto que lo haga hasta el 26 de julio. Así que, informaron al mundo de que suprimirían los horarios, y que si a las dos de la mañana, ya que hay luz, querías jugar a fútbol o cortar el césped podrías hacerlo, máxima flexibilidad, ya se apañarían luego con los problemillas logísticos. La idea era tan apetecible y curiosa, sonaba tan bien eso de vivir sin ser esclavo del reloj, que fue noticia en más de 1.400 medios informativos del todo el mundo, cabeceras conocidas, informativos de televisiones y ediciones digitales –hablamos de medios como Euronews, El País o la CNN–, pero resultó ser falso.
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