No sé qué informe de qué universidad ha demostrado que a partir de los 70 años el ser humano adopta el mal humor y lo que viene siendo el ‘cascarrabiosismo' como algo habitual. Osea, que a partir de celebrar la setentena lo que antes nos importaba un pairo, ahora nos encabrona. ¿Y no podemos enfadarnos y enfurruñarnos con más solera antes? Lo digo para no ir perdiendo el tiempo.
Yo no soy de los que se molestan, se ofenden o sienten que les han matado el alma por la tontería absurda de la semana. No soy de los que se enfadan porque prefiero tomarme las cosas con humor y no malgastar la vida remugando a media voz queriendo que me escuchen sin que me entiendan. Prefiero verlo todo desde otro prisma. Lo siento, ha habido gente que me ha buscado para discutir y se han encontrado a un individuo que prefiere que discutan con la pared o con el espejo.
Y quizás debería enfadarme más, refunfuñar más, ciscarme más en las cosas, o mandar al carajo más a menudo, no esperar a que tenga 70 años. El brío que tienen algunos y algunas para escupir a fuego vivo lo que les corroe el alma sin importarle un pijo lo que piense la otra parte contratante de la discusión, a veces me da envidia. Porque, por ejemplo, un pesado al que educadamente pides por favor que no moleste, sigue siendo un pesado a la tercera, la cuarta y la quinta vez que insiste, mientras que a ese mismo pesado, si le ladras como le sobra facilidad a algunos, ni insiste, ni persiste. Probablemente se largue.
Porque, para qué negarlo. Ya no se hacen las obras como antes, la música no es tan buena como la de antes, la comida no sabe cómo la de antes e incluso la televisión no es tan buena como antes. ¿Piensas igual? Bienvenido al club del refunfuñador. No es una opinión, es verdad. Si me dan a elegir, por ejemplo, prefiero haber crecido medio tonto por haber escuchado una buena canción de rock, que estar creciendo tonto y medio al ritmo del reguetón y del trap.
Doce de cada diez médicos, seguro que aconsejan que uno deje ir su vena cascarrabias en algún momento de la semana. No porque vaya a conseguir la satisfacción de que le digan: «Caballero, -o ‘caballera'-, tiene razón mire usted». No. Lo hacen para que soltemos aquello que nos arde dentro, lo que nos reconcome y lo compartamos con el universo. Insisto, no porque vayamos a tener razón sino porque ni te imaginas lo a gustito que se queda uno.
No esperemos a los 70 años para sacar el genio, para compartir nuestra creatividad encabronada, nuestra mala leche. Y no, ya no se hace música como la de antes.
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