Hace años perdíamos horas rebobinando los casetes de música con un bolígrafo Bic. Pero desde que lanzaron el radiocasete autoreverse, allá por el Pleistoceno, ya no hacía falta estar haciendo el molinillo con la cinta de música y la carcasa del boli. Es decir, la tecnología nos libró de una tarea y por lo tanto nos proporcionó más tiempo libre. La pregunta que surge es, ¿qué estamos haciendo con todo el tiempo libre que nos dan las nuevas tecnologías?
Ahora nos están metiendo miedito con el rollo de que los robots nos quitarán el curro. Incluso en Japón parece que ya les hacen cotizar a los humanoides porque si no se quedarán sin pasta, en este caso sin yenes, para jubilaciones y movidas publicas como hospitales, escuelas y demás temitas de esos que ponen tan nerviosos a los nuevos liberales de pacotilla, que bajo un burdo disfraz ideológico de demócratas sensatos, esconden un fascismo latente muy jodido.
El tsunami tecnológico nos da cada vez más datos móviles, más velocidad de internet, más pulgadas de pantalla, más gachés que nos controlan, y nos dan ordenes del tipo: «Hoy no has caminado tus 10.000 pasos, levanta el culo del sofá y suelta el trozo de pizza con doble de queso, que tus arterias están a punto de explotar». Y como me lo ha dicho el smartwtach me levanto y camino. Es como si el puñetero relojito, compuesto de microchips, se convirtiera en una especie de nuevo Dios con aquello de: «Lázaro, levántate y anda». Mira por donde, los milagros no eran otra cosa que una versión Beta de los futuros artilugios electrónicos. La ciencia, le pese a quien le pese, le sigue comiendo terreno a la religión.
No sé, queridos lectores, si toda está movida de aplicaciones que nos miden hasta el tamaño de nuestras deposiciones, nos hará más tonto que a Nobita, el niño que vive con ese gato cósmico, llamado Doraemon, que saca de su bolsillo mágico un montón de inventos para que el lerdo del niño, que es un vago redomado, no tenga que hacer nada, más que lloriquear como un bobo, cada vez que se mete en un lío. Lo que queda claro, respondiendo a la pregunta que cierra el primer párrafo, es que el tiempo libre que nos ha dado las nuevas tecnologías no lo hemos usado para demasiadas cosas útiles.
Al vivir en Menorca tardamos menos, por lo general, en llegar al trabajo que alguien que viva en Barcelona o Nueva York, pero muchas personas en lugar de gastar ese tiempo libre en cuidarse y relajarse haciendo por ejemplo nada, lo exprimen a tope, empujado por la productividad y esas zarandajas para meterse un estrés gigantesco y así la supuesta ventaja se desvanece. Cuando algún turista de la gran urbe nos diga que nuestra isla es la del relax y la calma, la del poc a poc, tendríamos que decirles que solo para algunos. Pues con los de la tecnología más de lo mismo.
Y respecto a los curros que nos quitarán las máquinas mucho relax, pensemos que siempre surgirán trabajos nuevos. Ahora en Canadá, donde ha legalizado el cannabis, andan buscando sumilleres de marihuana, de hecho José Domínguez consiguió una plaza entre más de 25.000 aspirantes. No curra muchas horas, está muy bien remunerado y creo que va siempre con una sonrisa paseando por las calles de Quebec. No creo que ninguna máquina le quite, de momento, el curro a José, el humo de la marihuana no afecta a los circuitos del androide. Un abrazo a la buena gente de Ciutadella, que disfruten de Sant Joan y que se tomen, a la salud de los que no vamos, unos gin amb llimonada bien fresquitos. Feliz jueves.