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Hay tiempos que no se miden con las agujas del reloj sino con los besos y abrazos. Esos tiempos en que no tienes nada programado y ellos están en silencio, solo la respiración se escucha, esos me gustan mucho y ¿a ti? Te explico, son esos tiempos de espera tranquila y ves sus caritas o expresiones y te los comes a besos. Cuando entras en el coche y esperan a que les pongas el cinturón de seguridad. O que esperan con impaciencia su ropa. O se levantan taciturnos de la cama con los pelos arremolinados y no puedes más que darles mordisquitos en la cara de lo comestibles que están. Esos tiempos donde no se dice nada, solo la mirada habla. Y se rompe con carcajadas de risa. Son esos tiempos cuando ellos no esperan nada, y tu les robas un beso, les arrancas un abrazo y se dibujan sonrisas cariñosas. Son esos tiempos en que a ti como madre o padre te confunden y ellos toman la iniciativa te dicen «mamá te quiero», «papá te quiero». Y fundiros en un abrazo. Esos tiempos me tienen ganada. Me deshacen, me desarman. Por mi que siempre fuera así.

Cuando te hacen estas salidas tan amorosas siempre me digo a mi misma que no lo estoy haciendo tan mal. Hay tiempos en que sus besos o abrazos se transforman en flores. Y no les importa arrancarlas de sitios institucionales, ni del colegio porque para eso están para crecer y ser dadas a la personas que ellos más quieren ‘mamá’, o ‘papá’. También son para algún amigo o amiga como muestra de que le cae bien y se siente a gusto a su lado.

Me hace gracia que unas personitas que no llegan al metro te salgan al paso para ofrecerte su amor. Para mi esos tiempos son fundamentales, construyes seguridad, haces lazos. Y ellos se sienten tan bien, ves con salen reforzados y henchidos de un abrazo, de una carrera de besos en los carrillos.

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Y ya lo que me mata de emoción es cuando alzan sus brazos y van corriendo con sus extremidades al aire como queriéndote envolver desde su estatura. Que es cuando te agachas para fundiros en una persona.

Siempre me ha hecho pensar nuestra anatomía. Tenemos una parte de nuestro cuerpo de cabeza a pies que solo mira al frente, y todas nuestras extremidades también. La parte de atrás es el acabado, donde se redondean (la cabeza, los codos, los glúteos, el talón). Por eso mismo para sellar la parte delantera necesitas de otra persona, ese hueco inmenso para abrazar a otra, otro. Para besar a otra u otro. Y ser una persona. El complemento. Es curioso porque, hasta el cuerpo, la naturaleza lo ha creado para amarnos y sociabilizarnos.

Los tiempos del silencio, los tiempos de no saber qué hay que llenaros de besos y abrazos, una sensación tan placentera o más que cuando te comes un helado. Se despiertan ciertas zonas del cerebro asociadas al placer y a la felicidad.