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El grave error a mi modo de ver, no estuvo en suspender a los cuatro diputados independentistas: Junqueras, Sánchez, Rull y Turull. Lo absurdo fue consentir que tomaran posesión en el Parlamento del acta de diputado para ahora anulársela. Por el mismo camino, solo que probablemente mejor hecho, habría sido no conceder lo que ahora les quitan, porque eso solo es «enredar más la troca» (liar más la madeja). A veces no se me alcanza comprender la escasa habilidad de algunos para ocupar el cargo que ocupan. De entrada, si solo fuera por eso, nos habríamos ahorrado el ‘vodevil', casi podría decirse la performance de la toma de posesión como diputados de todo derecho.

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Cuarenta años de democracia no ha sido suficiente para que las ‘atareadas' señorías no hayan aún decidido que palabras se deben pronunciar: si el juro o el prometo, todo lo demás es un añadido de dudosa originalidad, donde se llegan a utilizar, por no decir absurdos, diremos innecesarios argumentos surrealistas, como si en un acto tan serio y tan importante, se estuviera compitiendo en ver quien la suelta más gorda. En cuanto al art. 21 del reglamento del Congreso o el artículo 384 bis de la Ley de Enjuiciamiento Criminal no los acaban de incorporar ahora a nuestro ordenamiento jurídico, a qué pues utilizarlos ahora y no antes de permitir que cuatro independentistas tomasen el acta que les convertía en diputados para ahora anularla. Conviene recordar, por si a alguien se le ha olvidado, que se trata de independentistas que no acatan las leyes españoles pero que ya les va bien así, para aventar más la paja de lo que en realidad les interesa.