Es difícil que ante las elecciones municipales, autonómicas y europeas, los oradores políticos no se les acabe formando un ‘sofrito' un ‘potaje' mezclando además como aderezo los recientes resultados de las legislativas del 28-A. No lo clasificaría de raro que se junten las churras con las merinas. Se puede empezar hablando de política municipal, por ejemplo, del excelentísimo ayuntamiento de ‘Ya te digo de Abajo', dar un traspiés oral y meterse en el berenjenal autonómico con lo transferido o lo por transferir, y en pleno acaloramiento aparcar el verbo en las inmediaciones del Atomium de Bruselas, para debatir por enésima vez en que clase van a viajar sus señorías.
Visto el nivel que alcanzaban los líderes políticos en las elecciones del 28-A, donde ninguno llegaba en las encuestas al aprobado y siendo sabedor que lo que naturaleza no da Salamanca no lo presta, mucho me iba a equivocar si todo no será como una continuación en lo reiterativo, en lo panfletario de un discurso previsible, con poca o ninguna brillantez que socorra el bostezo, la cabezada de una asistencia adormecida, que sabe que buena parte de lo que dicen no es verdad, y la otra parte, con un poquitín de mala suerte puede ser mentira.
Los resultados pueden ser chocantes: sí... En mi ayuntamiento hemos ganado de calle, pero en la autonomía nos han dado un buen curre por el cercano precedente de la corrupción que tanto daño nos ha hecho, y en las europeas ni fu ni fa. Eso sí, hemos colocado un par de exministros que no sabíamos cómo hacer para tenerlos lo más lejos posible.