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¿Que nos está pasando a los menorquines en el corazón y en la cabeza? No sé si hemos maltratado en exceso a ese músculo hueco que impulsa nuestra circulación sanguínea comiendo sobrasada y formatjades, ni si hemos castigado a nuestro sistema nervioso de mala manera estresándonos para que esté todo a punto para recibir a los turistas, pero el caso es que en nuestra bella isla, otrora referencia de la calma y el bienestar, han aumentado un 41 por ciento el consuno de fármacos para controlar nuestro colesterol y nuestra hipertensión, y un 25,2 por ciento el consumo de ansiolíticos y antidepresivos.

No sé si estamos realmente jodidos, queridos lectores, o es que las modas médicas, alimentadas por las empresas farmacéuticas, hacen que se receten las pastillas para los nervios como si fueran caramelos, y que se hayan bajado los parámetros de niveles de colesterol para vendernos unas cuantas píldoras de colores más. Repito, no tengo ni idea, que cada cual a la vista de los hechos, saque sus propias conclusiones. Así debería ser, pero cada vez más gente prefiere que se mojen públicamente los demás, mientras ellos viven agazapados con el cuchillo entre los dientes, para saltar de forma anónima como haters sanguinarios que han encontrado inapropiado tal o cual comentario. Son malandrines (me mola esta palabra) muy cansinos, más pendientes de su culo que de aportar nada positivo a la humanidad.

Mira que nos ha dado por patear el Camí de Cavalls, que hay días y horas en que está más transitado que Las Ramblas barcelonesas. Mira que metemos medias maratones y triatlones allí donde podemos, al que no pasea con una camiseta fosforito de licra se le margina. Mira que nos hacen campañitas para que saquemos nuestras posaderas del sofá y nos venden las pulseritas digitales que nos avisan cuando no hemos hecho 10 mil pasos diarios, que son como la línea mágica que nos separa de la obesidad y el infarto.

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Pero parece que nada de eso es suficiente, nuestro corazoncito sufre, señal de que uno se puede estresar por el trafico de una gran ciudad, pero también teniendo al lado de su casa playas tan paradisiacas como Cavalleria o Cala en Turqueta. Conclusión, el entorno importa, pero no es definitivo. Luego algo debemos llevar dentro que al final pesa más que todo lo demás. Y seguro que no es un alien como el de la película de Ridley Scott, por cierto, qué grande Sigourney Weaver, primera prota femenina en una peli de ciencia ficción, ¡en el año 1979!, flipa y flipa, lo atrás que nos quieren llevar ahora los nuevos líderes neo misóginos que hablan de reconquistas.

Recentremos el artículo, que me despisto más que Trump en una biblioteca. Volvamos a nuestro corazón y mente pachuchos. Seguro que el consumo de flores de Bach, la asistencia a sesiones de alienación de chacras, el número de lecturas de auras, o el número de ayurvédicos también ha aumentado exponencialmente. Allá cada cual con su espiritualidad, el problema está en los que se forran vendiendo agua con azúcar como si fuera el elixir de la felicidad.

Terminando que es gerundio, es muy rico desayunar sobrasada y merendar unas deliciosas formatjades, y eso no es incompatible con ir a caminar, sin camiseta fosforito, por ahí no paso, y respetar a las personas que les dan por las pastillas de farmacia o los remedios de herbolario. Sin embargo, lo que molaría de verdad de la güena es que nuestro corazón estuviera más fuerte y nuestra mente más tranquila sin necesidad de todo eso. Feliz jueves.