Espeluznantes. Así son las imágenes de la residencia geriátrica Los Nogales de Hortaleza, en Madrid, que se han difundido y en las que se muestra a trabajadores maltratando a ancianas. Desprovistas éstas de toda dignidad, sin poder valerse por sí mismas, vejadas y sin opción a queja. Cuesta creer que sus familias, con sospechas y denuncias formuladas ante la dirección del centro, además de dichas grabaciones, mantuvieran a sus madres, padres o abuelos en ese infierno, pero ese es otro debate -no se trata de juzgarles-, sobre este sistema, que nos engulle e imposibilita hacernos cargo de los más mayores y dependientes; del desgaste que supone para los cuidadores; de lo caro que resulta tener tiempo y un apoyo en casa; de la falta de residencias y unidades de respiro en una sociedad cada vez más envejecida, cuando encima alardeamos de tener una de las esperanzas de vida más largas del mundo ¿para qué, para acabar así? Es evidente que no se puede meter a todos los trabajadores en el mismo saco, esos tres individuos ahora denunciados por la Fiscalía responderán de sus actos, no son representativos, pero también es cierto que el sector de atención a los ancianos crece, es lucrativo, y tratándose de algo tan delicado, necesitado de humanidad, cariño y vocación, debería estar sometido a un control mucho más exhaustivo.
Vía libre
¿Quién nos cuidará?
16/04/19 0:46
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