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El invierno se ha ido, los teléfonos nos espían, vemos televisión en serie, el espectáculo debe continuar, estamos en campaña, circulan noticias falsas, la vida es bella, se funde el hielo, los pajaritos cantan y las masas se rebelan. Ante esta sucesión de acontecimientos variopintos, permanecemos a la expectativa. Atónitos. ¿Alguien se podía imaginar lo que está pasando últimamente? Imaginamos el futuro a partir de nuestras esperanzas y temores. Sorpresas que da la vida. Si todo fuese previsible, no haríamos tantas quinielas ni nos emocionaríamos tanto. Las condiciones de vida nos van transformando de manera imperceptible. Pensamos según lo que creemos. Actuamos movidos por determinados resortes, no siempre conscientes. Cada uno tiene su ayer y lo usa para intentar llegar vivo hasta el mañana.

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Siempre será más grande lo que no conoces que lo que sabes. Nuestras elecciones influyen en nuestras condiciones de vida. Por eso debemos preguntarnos: ¿Cómo queremos vivir? Todo está en construcción. Han pasado cuatro años y la carretera que va de Maó a Alaior sigue sin terminar. Ya sabemos lo complicado que es todo. No todos ven el mismo paisaje. Intereses y cabreos nos nublan la vista. El invierno se ha ido. Se habla mucho de fichajes. Hay que renovar los equipos para conseguir los objetivos y llegar a la meta.

Parece que todo se mueve aunque, en el fondo, siga igual. Parece que todo sigue igual y, sin embargo, se mueve.