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11-III-19 Lunes

Selecciono un artículo de Lucía Méndez en «El Mundo» para mi programa de radio. El título es suficientemente atractivo: «Sí, tengo complejos» y me llama la atención porque la tendencia hoy día es precisamente no tenerlos, hablar claro, sin tapujos, aunque no se tenga ni idea de lo que se dice. Hoy día, Trump mediante, lo que trata de imponerse es el ‘sin complejos' de la derecha machirula, azote de progresismos de salón, equidistancias, maricomplejines y feminazismos, de los que despotrica «sin pelos en la lengua» o «llamando al pan, pan y al vino, vino». Escribe la periodista:

«Me acompleja hablar mucho y decir tonterías -cosa de la que nadie está libre-, columpiarme con algún dato cuando argumento... Me acompleja no ser capaz de mantener la imprescindible neutralidad profesional y caer en la tentación de sustituir el periodismo por el activismo político, a tono con una moda muy extendida en la profesión... Tengo complejos para gritar o insultar a alguien, aunque sea un político o una política, incluso si se lo merece... Creo que ciertos complejos garantizan la vida en sociedad de forma civilizada. Sabe Dios a dónde podría conducir la ausencia total de complejos. Me alucina que el sincomplejismo sea tendencia en la vida pública. Ahora se miente sin complejos. Y si no dices burradas ni insultas a nadie, eres acomplejado, débil, blandengue, cobarde y pusilánime. Un descarriado del diálogo. Un moderado de mierda...».

En esas estaba cuando escucho al joven líder Pablo Casado volver a la carga ‘sin complejos' con el penoso y cansino asunto de los atentados del infausto 11-M, aventando de nuevo la llamada teoría conspirativa que pusiera en marcha su valedor José María Aznar para tratar de justificar lo injustificable, la colosal mentira de Estado, perpetrada por su gobierno cuando se dio cuenta de la magnitud del descalabro electoral que se avecinaría si la ciudadanía conectaba, como sucedió, el atentado yihadista con nuestra participación en la guerra de Iraq. Aquella posverdad avant la lettre, quedó sustanciada judicialmente, los terroristas purgan cárcel desde entonces y aun así a algún brillante asesor se le habrá ocurrido aconsejar a Pablo Casado, un tanto histérico desde que Vox le ha abierto un boquete en sus caladeros, que vuelva a sacar el tema a la palestra. Sincomplejismo de manual para cohesionar a las bases más asilvestradas. En otros tiempos diría que es un error descomunal, pero en la era del desacomplejado trumpismo uno se queda con la duda.

14-III-19 Jueves

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Las imágenes de fragmentación de glaciares, el aumento paulatino pero evidente de la temperatura, la contaminación de ciudades y océanos, el agotamiento de los acuíferos, son síntomas más que elocuentes que lo del cambio climático va en serio y compromete dramáticamente la vida del planeta. Causa rubor que haya tenido que ser una adolescente sueca, ‘el ciclón Greta Thunberg', como la ha llamado la prensa la que haya lanzado un grito de auxilio frente a la ceguera de tantos dirigentes políticos mundiales que no ven o no quieren ver, como en el caso de Trump, preso de una ideología negacionista, la urgencia de ponerse manos a la obra. En la decepcionante cumbre climática de Katowicce, la adolescente llamó inmaduros a los líderes mundiales por no asumir el deterioro del planeta y en el Foro de Davos dejó otra perla: «No quiero que tengáis miedo, quiero que tengáis pánico» y por fin, en Bruselas remachó el clavo: «La mayoría de políticos no quiere hablar con nosotros. Está bien, nosotros tampoco queremos hablar con ellos. Queremos que hablen con los científicos porque nosotros repetimos lo que llevan diciendo hace décadas». «No hay tiempo para esperar que crezcamos, necesitamos actuar ya ante la crisis climática».

Greta dio en el clavo porque uno de los graves efectos secundarios del trumpismo que asuela el planeta es precisamente el inducido descrédito de los intelectuales, científicos incluidos. Hoy día cuenta más la delirante opinión de cualquier patán en las redes o de cualquier leñador en la prensa militante, que la de unos científicos, a quienes además, se les van cerrando las vías de financiación para desviarlas a salvar a los bancos o a construir muros de la vergüenza.

Pero no desmayes, querida niña, ejemplos como el tuyo y los miles de jóvenes que te apoyan nos devuelven la esperanza de que un mundo más habitable aún es posible, sobre todo si entre todos logramos desenmascarar y desactivar el tam-tam de la caverna.

15-III-19 Viernes

Es obvio que hay que reaccionar ante la mentira, la manipulación y la ignorancia. Hagámoslo con todos los complejos del mundo pero con determinación. Se lo debemos a los que vienen detrás. Moderados, equidistantes, blandengues, pusilánimes, dubitativos en general, introduzcamos todos nuestros complejos en las urnas. Make the democracy great again.