Yo no soy muy de números, no me lo tengáis en cuenta, pero si un viaje en avión tipo Falcon vale 283 euros para que el señor presidente y su comitiva muevan sus perezosos y refinados culos de Madrid a Castellón, ¿por qué en lugar de complicarnos la vida con las OSP, las Tarifas Planas o los problemas de conexión, no hacemos un bote y compramos un par de Falcons?
A ver, tirando por lo bajo, si somos 90.000 habitantes aproximadamente en la Isla, un vuelo con el descuento de (P)residente similar al de Pedro Sánchez nos sale tirado de precio. Digo yo que Francina Armengol, presidenta de esta nuestra comunidad, coincidirá en algún grupo de Whatsapp con mister Falconetti para gestionar algo al respecto. Es que hay épocas en el año en las que una menorquina o menorquín no encuentra billetes comerciales ni a ese precio.
¿Pero este se cree que somos gilitontos? Es tan caradura que encima alardea de esta manera, burlándose de los que estamos obligados a pagar un dineral por volar en aviones cada vez más estrechos, con menos frecuencias, más caros y con más facilidades para salir y llegar con retraso.
Porque encima se lo cree. Si le escuchas, él recita su discurso convencido de que lo que dice no es ninguna tontería y se extraña de que el resto no lo comparta.
Absurdos aparte, la hora de vuelo ronda los 5.000 euros en un aparato de ese calibre. Lo que pasa es que queda regulín decirle al pueblo que te has gastado eso para ir a un concierto o algo similar para ir a la boda del cuñado. Ya solo falta que salga el Ministerio de turno informando que lo de los 283 euros es un fallo del becario que en la nota de prensa se dejó algún cero.
A mí, lo de los 283 euros me parece una sobrada –una más- de alguien que ha perdido el concepto de realidad y que en algo más de medio año ha visitado más de 20 países.
Y luego, cuando la gente vota a VOX o a Podemos, nos enfadamos y lo intentamos justificar tirando de la incultura. Porque hay una diferencia sutil entre ser tonto o que te tomen por tonto. Y tonta, claro.