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Con el viaje del presidente a Barcelona para presidir el Consejo de Ministros y de paso reunirse con Quim Torra, y que una representación ministerial a su vez se reuniese con una de la Generalitat, me pasa como con aquella reunión de Santiago Carrillo y Adolfo Suárez, que terminada la reunión, Carrillo salió diciendo a los cuatro vientos lo bien que se había entendido con Suárez; cuando este se enteró le faltó tiempo para llamar a Carrillo encabezando la comunicación con un buen taco: «Tengo al personal que trina, sobre todo el ejército, D. Santiago, usted me tiene que poner a parir, decir pestes de mí ¿es qué no lo comprende?». Y como a buen entendedor pocas palabras le bastan, Carrillo lo entendió perfectamente, de manera que reunió a los medios y puso a Suárez fino, vamos, que no había por dónde cogerlo.

Por eso, acordándome yo de esta anécdota, cuando Elsa Artadi dijo que para ese viaje no hacían falta alforjas, pienso si no sería un tema pactado, dado que al Sr. Sánchez Castejón, lo tiene la oposición en la picota. Incluso diré más, pues no son pocos los llamados barones entre sus propias filas socialistas, esos que piensan en el 155, que al presidente lo tienen también frito. Y es lo cierto, que el presidente sí tuvo gestos notables. El aeropuerto del Prat de toda la vida, pasará a llamarse Josep Tarradellas, algo que curiosamente no gustó en la Generalitat. Hay personas que no sabe uno como acertar con ellas. Parece que también el gordo de Navidad del Gobierno, les ha dejado 1.500 millones para infraestructuras, amén de una nueva reunión para enero. A todo esto, hay que añadir el millonario gasto en personal de las fuerzas de seguridad del Estado, según dijeron para garantizar un Consejo de Ministros tranquilo, además de elevar a 900 euros el salario mínimo interprofesional, subida a los funcionarios de un 2,25 por ciento y quizá la mayor oferta de empleo, y como algo llamativo, al menos para mí, pues no acabo de entenderlo, es que pactaran Sánchez y Torra lo de buscar una propuesta política de amplio apoyo (¿apoyo de quién?).

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Me pregunto qué pensará el resto de autonomías cuando ven que la cuota de independencia gubernativa es abismal entre la autonomía vasca y la catalana, respecto del resto de autonomías. ¿para cuándo Sr. presidente un Consejo de Ministros en cada una de las capitales autonómicas?

Sin duda, que el Sr. Sánchez Castejón ya habrá caído a estas horas en la cuenta que al catalanismo independentista no se le contenta con gestos por caros que sean. Lo suyo es la República catalana, todo lo demás son fruslerías y excusas de mal pagador. Como dijo Elsa Artadi, un viaje para el que no hacía falta alforjas. En puridad para mí tengo que lo de la reunión ministerial en Barcelona tenía dos intenciones claras, la primera hacerle un guiño de fraternal complicidad a Torra y la segunda aprovechar la oportunidad del Consejo de Ministros para poderse reunir con algún dirigente del máximo nivel de la Generalitat, pero mucho me temo que aunque el presidente del Gobierno ha hecho un gesto de político con amplitud de miras, Torra y los suyos solo tienen la cabeza para una cosa. Con eso quiero decir que la situación no ha cambiado nada y menos aún ahora que está pendiente el tema de los juicios de los dirigentes catalanistas encarcelados. No van a cambiar ni aunque se quedase el gobierno de Madrid a pasar todo el invierno en Barcelona, hay cosas que no pueden ser y además son imposible, como dijo del torero, por muy loable que haya sido el gesto de la Moncloa. Delante tienen a Pablo Casado y compañía para poner palos en la rueda, poniendo al presidente del Gobierno poco menos que a caer de un burro, en vez de arrimar el hombro y deshacer el entuerto que creció como la espuma precisamente por culpa del PP. Un Pablo Casado que no ha hecho más que empezar y ya ha enseñado la patita, no son pocos los que están echando de menos al Sr. Rajoy. Tenía este otro respeto para el resto de los políticos, otras maneras y otros modos. Pablo Casado diríase que va con una lata de gasolina a apagar el incendio del catalanismo. Será que hace de un problema un clavo y lo trata a martillazos.