Una ecuación es una igualdad que contiene una o más incógnitas. Todos los años tienen el mismo número de días y de horas pero las incógnitas que nos presentan son únicas y diferentes. Podemos recordar lo que ha pasado durante 2018, cada cual a su manera, destacando unas cosas sobre otras, olvidando o ignorando muchas, guardando en nuestra memoria los momentos inolvidables; pero el 2019 es una ecuación pendiente de resolver.
Las matemáticas nos han aportado famosas ecuaciones como la de Pitágoras, la Teoría de la relatividad de Einstein o la Ecuación de Schrödinger… sin las cuales no habríamos podido llegar hasta donde estamos.
Las ecuaciones sociales son más peliagudas y están menos estudiadas. El grado de incertidumbre es altísimo. Pueden dar lugar a lo mejor y a lo peor. Todavía no hemos empezado el año y ya estamos pensando en las elecciones autonómicas y municipales de mayo. Si pasamos de lo local a lo global vemos cambios geopolíticos espectaculares. EEUU se repliega en sí mismo. Sálvese quien pueda. Demasiadas incógnitas para la paz y el entendimiento. Mucho trabajo por hacer si queremos salvar los muebles del Estado del bienestar o del Estado a secas.
Del principio de incertidumbre hemos pasado a la incertidumbre desde el principio. La aceleración multiplicada por la información al cuadrado, dividida por el nacionalismo excluyente, es igual a la inestabilidad permanente de los catetos que tienden al infinito.