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Si te soy sincero, ‘imbécil' es una de mis palabras favoritas en castellano, del mismo modo que ‘melic' lo es en catalán o ‘idò' en menorquín. Si apuro, ‘imbécil' es mi preferida de las tres. Y no solo por las connotaciones de intelecto reservado que conllevan, sino por la capacidad que tiene de llenarte la boca cuando la pronuncias y lo a gusto que te quedas cuando la sueltas.

‘Imbécil' es una palabra neutra. Él es imbécil, ella es imbécil, Gabriel Rufián es, además, un chulo prepotente. Yo no consideraría ‘imbécil' un insulto si la persona a la que va dirigido se lo ha ganado a pulso, como es el caso de este titiritero con más facilidad para generar espectáculo que para ser político o aportar soluciones.

El otro día se lo ganó. Porque en mitad, como estamos, de una lucha por la igualdad y contra comportamientos sexistas, el político de ERC no tenía motivo para guiñar el ojo a la diputada Beatriz Escudero. Por mucho que la cuestión que se tratara en esa comisión, la investigación de la caja B del PP, sea criticable. Esa posición ventajista del que se cree que no ha roto un plato en su vida o que moralmente se siente superior me repugna y si, encima, va de la mano de comportamientos machistas, ya es intolerable.

De hecho, echo en falta que alguna de esas asociaciones que tanto luchan por la igualdad hayan sido capaces de condenar o ni siquiera lamentar, la actitud de este Homo charnegus de la caverna. Parece que el feminismo no entiende de ideologías solo cuando les interesa a algunas. Punto y aparte.

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El castellano es un idioma rico que ha ido evolucionando y creciendo de la mano de las diferentes aportaciones que han sumado en todos los puntos donde se habla. Desde Sudamérica hasta los rincones más pequeños y perdidos de España, todo el mundo ha ido aportando palabras y ‘palabros' al castellano convirtiéndolo en un idioma universal.

Entre toda esa variedad, ‘imbécil' se sigue erigiendo como una palabra de referencia en cuanto a improperios se refiere. Uno no malgasta un buen ‘imbécil' así como así por lo que la situación ha de bien valer el esfuerzo.

Mientras otros insultos se quedan cortos y necesitan casarse con otras palabras para ganar en contundencia (tonto de capirote, idiota de mierda, gilipollas de turno), ‘imbécil' se basta y se sobra por si sola. Una expresión que bien vale una columna como esta.

El mundo está lleno de imbéciles y, cada vez más, de ‘imbécilas'. Hay un amigo que me asegura, de hecho, que «en España no cabe un tonto más». Y no le falta razón por lo que quizás deberíamos ir pensando en exportar nuestro producto nacional. A ver si hay algún imbécil que nos lo compre...