17/07/18 0:53
Después de analizar los que han pasado del aplauso a postularse para heredar su herencia, Sr. Rajoy, no puedo evitar pensar cuan efímera es la existencia humana. Ayer indiscutible y venerado hasta la ridiculez de la absurda y banal sumisión pública, y hoy en Santa Pola, cuando ayer mismo no había en el partido quien osara contradecirle. Los aplausos, los peligrosos aplausos de la bancada de la derecha, venían a ser como los que se les dedica a un tenor en la Escala de Milán, para conseguir pongo por caso, que Pavarotti volviera a mostrarse mitad dios mitad mortal sobre el escenario donde el primera era él, y si acaso en el más difuminado de los horizontes, alguno que otro.