Sr. Rajoy, acuérdese que se lo dije antes de la moción de censura, que le rogaba yo a usted que se acordase de Santa Pola, aunque tal cual se ha desarrollado el enrevesado mundo de la gobernanza, estoy completamente seguro que ni en su peor pesadilla soñó que una moción de censura le iba a poner en la lista del INEM de presidentes en paro.
Cuando empezó a aflorar lo del Sr. Bárcenas en la sede del PP, en estas mismas páginas le vaticinaba que aquello o la Gürtel iba a terminar siendo su talón de Aquiles. Más tarde vino su comparecencia como testigo y aunque entrenado en todo tipo de batalla dialéctica con los jueces es lo que pasa, que tienen el pelo tan fino que no les pasa por debajo de las puñetas no solo lo que escuchan si no incluso el silencio de la verdad callada. Quizá por eso, su intervención no mereció su aprobación. Con todo, lo más sorprendente fue que un partido vasco les echara un cabo cuando estaban ustedes con el agua al cuello respecto de los presupuestos, para unos días más tarde, tener que recordar usted lo que dijo Julio César: «¿Tú también, Brutus?». Usted ya sabe ahora que no es el primer amigo que va al lado de su valedor político con un puñal en la faltriquera.