Vía libre
Ramas con espinas
Las colonias descontroladas de gatos callejeros son un problema en muchas ciudades. De felinos y otros animales, que nos molestan porque comen y defecan, qué cosas; también cacarean, maúllan o ladran, peor que una rave o una jauría de hooligans borrachines. Y nuestra respuesta ante esos problemas suele ser a cañonazos. Recordemos el cerco y cacería hace unos años, en plan cuerpo de élite, de las gallinas de Canal Salat, en Ciutadella. En la ciudad inglesa de Bristol decidieron en medio de una gran polémica -en uno de sus barrios residenciales-, instalar una especie de mallas de pinchos metálicos, espinas, sobre las ramas de los árboles: solución extrema y con aspecto de aparato de tortura para que los pájaros no se posaran y lanzaran sus cacas sobre los coches.
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