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Hay muchas formas de decir 'lo siento'. De hecho, lo más normal es que más que decir que te sabe mal que haya pasado esto o aquello, lo demuestres con hechos que están muy por encima de las palabras. A mí, personalmente, el «lo siento» de ETA me sabe a poco, a nada o a casi nada.

Ya te habré contado alguna vez en este coto privado de ideas, lo mucho que me han impresionado desde siempre todos los destrozos -humanos y no- que ha protagonizado la banda terrorista desde siempre. Ya sea por proximidad geográfica, por empatía o, sencillamente, por humanidad, tengo claro que será difícil que perdone y, por supuesto, será imposible que olvide.

Habrá quien aplauda que tengan, al menos, la vergüenza de salir y dar parcialmente la cara para pedir disculpas, aunque coincidirás conmigo en el hecho de que a las víctimas y a sus familiares de poco o de nada les vale. Los y las que están muertos, ya poco pueden hacer o celebrar. Que alguien pida perdón por un asesinato es lo mínimo, pero sirve más bien de poco. Y sabe bien España, tan teñida de violencia y asesinatos sin sentido a una banda y a otra, que poco se puede hacer para aquellos que están muertos o para aquellas familias que están rotas.

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Tengo muy claro que ese «lo siento» llega tarde y llega mal, pero al menos llega. Habrá quien defienda ese «lo siento» atacando a quienes no lo han dicho todavía puesto que hay gente ruin.

A mis 32 años, tengo muy presente el asesinato de Miguel Ángel Blanco. Por entonces mi madre era concejal del Partido Popular en Alaior y yo era un crío muy impresionado con todo lo que le rodeaba. Entonces descubrí que había un grupo de individuos e individuas que asesinaban sin sentido, sin razón, sin humanidad.

Aprendí que había un grupo de seres que preferían matar que dialogar. Que preferían acallar violentamente voces con las que no coincidían que intentar entenderlas o llegar a un acuerdo.

Ahora, demasiada sangre después, esta banda ha decidido pedir perdón. Pero esa súplica llega cuando su banda ha sido desarmada. Cuando no hay ya quien comparta ideales ni ganas de pelear por ello. Es un «lo siento» raro, que llega a destiempo. Que no alegra pero tampoco disgusta. Es un «lo siento» que se podría haber evitado. Ojalá lo sientan de verdad. Como lo sentimos todos. Ni que sea por empatía.