TW

Se puede pasar a la posteridad de muchas maneras, una de ellas es gracias al arte y otras, más comunes por desgracia, son la sinrazón y la estupidez. En estos días ha sido noticia (y no puede dejar de serlo, busquen otros culpables, los medios están para informar) una de esas muestras de ignorancia, la del o los grafiteros en serie que asesinan lo que durante miles de años ha permanecido inalterado: monumentos megalíticos que son una de las señas de identidad de esta tierra. Para los autores en cuestión seguramente son solo montones de piedras en los que dejar la huella ridícula de su paso –o su revancha por algo que desconocemos, vaya usted a saber-, por lugares que otros respetan, casi veneran, como testimonio mudo de la historia.

Noticias relacionadas

Sa Naveta des Tudons es una de las víctimas de las pintadas y su caso es el que más ha llenado de indignación a propios y extraños; su imagen pintarrajeada ha sido fotografiada, compartida en redes sociales, publicada en medios locales y nacionales…, la mala imagen circula, es algo imparable. Por eso no abrirá al público este viernes como se preveía, hasta que sea restaurada. ¿Cómo frenar esos actos vandálicos? Las autoridades deben extremar la vigilancia, claro, al menos en los monumentos más importantes. Pero ese método no vale para una isla que aspira, como museo talayótico al aire libre, a ser reconocida Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco. Sería una presencia permanente, a lo largo de todo el territorio insular, es insostenible, en la práctica inviable. Solo la educación puede combatir la incultura, eso y que los culpables del destrozo paguen de su bolsillo no solo una multa ejemplarizante, sino también el coste de la restauración y el dinero que se deje de ingresar por las visitas suspendidas, que debían haber comenzado a las puertas de esta Semana Santa. Quizás así se lo pensarán antes de volver a desenfundar sus sprays o lo que sea que utilizan para dejar de forma tan zafia la constancia de su existencia.