TW

Uno de los instintos que compartimos con especies no tan sapiens, es el instinto territorial. Aunque tengamos formas más elegantes de marcar nuestros dominios que los perros, debemos ser conscientes de que esta pulsión ancestral puede desbordar fácilmente a la razón, de la que nos sentimos tan orgullosos. Todos los países tienen memoria y deberían tener conciencia del derramamiento de sangre que han costado; los defendemos frente a intrusos o enemigos; los asociamos con nuestra identidad y supervivencia. Las guerras han llevado a cambiar fronteras y ampliar territorios. Otras realidades políticas, como la Unión Europea, han surgido para prevenir futuros conflictos. Aquí es causa de polémica el Plan Territorial Insular o PTI. Hay temas que afectan a motivaciones profundas, como: el agua, la comida o la sexualidad. Los animales luchan por su espacio vital, con la finalidad de garantizar alimentación y apareamiento.

Noticias relacionadas

A pequeña escala, queremos construir un hogar y sentirnos parte integrante de un grupo, empezando por la familia. Si no nos reproducimos, nos extinguimos. Luchamos por el poder porque somos animales que han olvidado que lo son. Detrás de mucha palabrería y frases rimbombantes, a menudo anidan impulsos que nos mueven de manera inconsciente y que apenas controlamos.

Negamos o ignoramos esa realidad animal. Y aceptarla con humildad, conocerla y dominarla, es la única vía factible de conquistar el espíritu.