Vía libre
Volando sola
Zarza nos ha tocado el corazón. Ella -porque la buitre solitaria es hembra-, ya fue noticia en 2016, cuando se marcó una maratón aérea inesperada, se supone que a causa de los vientos. Aunque nació en cautiverio en Madrid, y debía volar sobre el Prepirineo catalán, como parte de un programa de reintroducción de su especie, decidió poner rumbo a la playa, y como ahí arriba no hay más frontera que la fuerza de tus alas, se plantó en Menorca. Aquí sigue, más de un año después, aunque ahora técnicos de Medio Ambiente del Govern estiman que su aventura menorquina debe terminar. Alegan las quejas de algunos payeses porque Zarza ha atacado ganado, un comportamiento que no corresponde a un ave carroñera como el buitre. Aunque sin saber de ornitología tampoco es difícil deducir que si, por salubridad, ya no se pueden dejar cadáveres ni restos de reses en el campo, y actividades como la caza merman también su fuente de alimento, estamos condenando a Zarza y a los de su especie a una muerte cruel por inanición. Más que extraño su comportamiento parece lógico, la hambruna te vuelve cazadora.
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