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Ciclogénesis o borrasca. Siempre se habían conocido las borrascas como lo que son, borrascas. En los libros que nos enseñaban los efectos y los nombres de la climatología nunca, que yo recuerde, leí lo de la ciclogénesis explosiva. Tampoco leí o escuché a un político español hablar de la gobernanza y tuvimos unos meses que cuando un político se refería a la política, lo hacía nombrando la gobernanza como si fueran papagayos imitadores, huérfanos de personalidad. Como cuando (creo que fue Felipe González) tenía que referirse al gobierno que presidía, lo hacía diciendo «el Ejecutivo». No es de ahora lo de intentar pulir el lenguaje, aunque las más de las veces más que pulirlo lo que se ha hecho ha sido confundirlo.

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El dictador Franco se refería a la oposición que barruntaba fuera de España con el pomposo nombre del «contubernio judeo-masónico». Y aquí, la mayoría de españoles de le época franquista no sabían lo que significaba ni quiénes eran los del contubernio.

Otro día, a los políticos actuales les dio por nombrar a los empresarios como los «empleadores», de tal manera que cuando se negociaba un convenio de carácter estatal, los sindicatos se reunían con los empleadores. Por ese camino, una señora bien podía decir que no estaba casada con un empresario si no con un señor empleador. Tampoco ha podido librarse de cierto lenguaje modernista nuestro ordenamiento jurídico. Y así, lo que hace cuatro días era un imputado ha pasado a ser un investigado. Luego, si la cuestión procesal prospera, supongo que será al revés, de investigado pasará a imputado… supongo.