La jornada sobre accesos a las playas celebrada en Ciutadella puso fecha a lo que hasta ahora solo era una intención: sustituir el coche particular por el transporte público en el acceso a las calas vírgenes, empezando por una de las más populares, Macarella. No es la única playa natural que tiene problemas para llegar en coche; en septiembre todavía había que darse la vuelta y frustrar el día de sol y toalla en otros puntos del litoral, como las playas de Favàritx, pero sin duda las promocionadas calas de la costa sur de Ciutadella son las que más han sufrido la presión.
Durante el encuentro Ana María Díaz, directora general de Patrimonio Natural de la Xunta de Galicia, expuso su experiencia con la Playa de las Catedrales, donde se ha limitado el acceso en función de la capacidad de carga de este monumento natural, es decir, entran los que caben, ni uno más ni uno menos. No es comparable ni el tipo de playa ni el uso que hacen de ella los turistas, pero sí el quid de la cuestión, y es que como dijo la ponente, en un momento dado hay que tomar decisiones complicadas, poner alguna que otra «multa de campeonato» y arriesgarse a críticas para lograr que un espacio natural protegido se convierta en un reclamo turístico ordenado y que no defraude las expectativas de quienes lo visitan.
La nueva medida del bus a Macarella no limita el número de personas, que además podrán llegar a la cala por otros medios: barco, a pie, en bici..., pero sí intenta acabar con el caos que se apodera cada verano de los caminos de acceso. En el debate de la jornada surgieron muchas dudas al respecto, desde luego no se sabe bien cómo va a resultar, cuál va a ser la acogida de la gente, pero más de 1.500 vehículos desviados algunos días de agosto, porque el parking está lleno, son suficientes como para arriesgarse y probar.