Conozco de un cementerio en un pueblo de Guadalajara que tiene todas sus tumbas en una ligera pendiente hacia el amanecer, pero lo que más me llama la atención es que todos aquellos difuntos están enterrados de cara a la salida del sol. Otro cementerio también curioso es uno que está ubicado dentro del centro mismo de un castillo. Dos veces lo he visitado porque en su entorno se pueden hacer buenas fotografías.
Cuando por la razón que será he visitado un cementerio, me parece raro, vamos que me cuesta convenir, que dicho en griego resulta que un cementerio es un dormitorio. Por eso es mucho más agradable ignorar ciertas cosas. Yo no me veo diciéndole a María cuando alguna noche se queda delante del televisor: «María, me voy al cementerio».
A mí todo eso de los cementerios, desde siempre me dio que pensar. A veces buscando la tumba de algún ilustre del lugar me di de bruces con algún mensaje demoledor: «la muerte está tan segura de su victoria que nos da toda una vida de ventaja», «ninguna vida es lo suficientemente larga para impedir que la muerte no nos alcance».