En 1992 los jóvenes islandeses de entre catorce y dieciséis años realizaron una encuesta sobre sus hábitos de consumo de alcohol y drogas. ¿Has probado el alcohol? ¿Cuándo fue la última vez que bebiste? ¿Te has emborrachado alguna vez? ¿Cuánto fumas? ¿Cuánto tiempo pasas con tus padres? ¿En qué clase de actividades participas? Los resultados de la encuesta fueron alarmantes. Casi un 25 por ciento de los jóvenes fumaba a diario y más de un 40 por ciento se había emborrachado el mes anterior. Los investigadores se centraron en analizar aquellos factores que llevaban a los jóvenes a evitar el consumo de drogas. Descubrieron que los chicos estaban más protegidos frente a estos hábitos cuando pasaban más tiempo con sus padres, no salían por la noche y participaban en actividades extraescolares. Cuando las autoridades nacionales analizaron los resultados del estudio, decidieron cambiar su política. Los programas de prevención habían fracasado porque los jóvenes no prestaban atención a los peligros derivados del consumo de alcohol y drogas. Por tal motivo, cambiaron las leyes. Se penalizó la compra de alcohol por menores de veinte años. Se prohibió la publicidad de ambas sustancias. Los adolescentes entre trece y dieciséis años no podían salir más tarde de las diez de la noche en invierno y, de medianoche, en verano. Se aumentó la financiación estatal de los clubs deportivos, musicales y artísticos para ofrecer a los jóvenes otra manera de sentirse parte del grupo y compartir un tiempo saludable con sus amigos. Los padres tuvieron que firmar acuerdos con el organismo nacional que agrupa a las asociaciones de padres y madres en los que se comprometían, por ejemplo, a evitar que sus hijos celebraran fiestas sin supervisión, a no comprarles bebidas alcohólicas y a pasar más tiempo con ellos. Todas estas medidas dieron un resultado excelente. El consumo de alcohol entre adolescentes descendió desde un 42 por ciento en el año 1998 a un 5 por ciento en el año 2016. Y el de cannabis, de un 17 por ciento a un 7 por ciento. Se multiplicó la asistencia a actividades extraescolares, los alumnos mejoraron sus resultados académicos y, en general, se reforzó el vínculo entre padres e hijos.
¿Tiene caldereta sin langosta?
La diversión no se mide en copas
15/10/17 21:50
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