Las colisiones son mucho más probables en los cruces que en las rectas. No es una metáfora sobre Catalunya, sino un aspecto de uno de los dos grandes temas de la actualidad local de las últimas décadas: la carretera (parece que solo existe una). El otro tema imposible de archivar es el transporte aéreo.
Es verdad que la carretera dejó atrás la polémica por las rotondas soterradas. Ya se sabe que la derecha no tiene ni de lejos la capacidad de movilización de la izquierda. La reforma avanza con lentitud y quedan temas pendientes, la rotonda de la Argentina, que no se resuelven. Todo ello forma parte del debate político, de la capacidad de gestión del Consell, y de la labor de los técnicos.
Que la Dirección General de Tráfico no señale puntos negros en la carretera general de la Isla puede servir a veces de excusa política para no actuar donde hace falta. Y hay dos cruces que son especialmente peligrosos. El que precisa de una actuación urgente desde hace años es el giro a la izquierda para acceder a la carretera de Torre-solí, cuando se circula en dirección a Ciutadella. Allí se han producido varios accidentes este año. El último el jueves, con cuatro vehículos implicados. Un giro a la izquierda después de una curva es necesariamente peligroso. Lo saben los agentes de Tráfico, los conductores profesionales y lo debería tener en cuenta el Consell. El otro giro a la izquierda con características similares es el de Alcaidús.
El cruce de Torre-solí forma parte de la última fase de la reforma de la carretera. En 2018 se convocará el concurso para redactar el proyecto. Por tanto, la mejora de este punto tardará.
Quizás sería conveniente que el Consell se plantee qué actuaciones puede llevar a cabo para mejorar la seguridad de la carretera mientras el lento proceso administrativo avanza paso a paso.