Acaba el verano de 2017 y con él, esta lista de recomendaciones literarias. El último título es «Mare Nostrum», antología de los talleres de escritura creativa que coordino en el Cercle Artístic de Ciutadella, en el Ateneu de Maó y a distancia, a través de La isla de los escritores. Puede sonar a autobombo (lo es: disculpen), pero me salva en parte el hecho de que los protagonistas sean los cuarenta y un autores que firman los relatos de este segundo libro colectivo (el primero fue «Peccata minuta», en 2016). En esta ocasión, la antología, que sirve como proyecto final de cada curso, ha tenido el mar Mediterráneo como escenario. De sus aguas han brotado historias de amor, de muerte, de viajes, de pescadores, navíos, buceadores, sirenas y otras leyendas que flotan sobre este mar mítico que ha inspirado a todos, desde los poetas griegos hasta los escritores de este presente de personas que huyen del desastre y no encuentran refugio en Europa. Este libro-mosaico se presentará el sábado 7 de octubre en el Cercle y el miércoles 11 de octubre en el Ateneu, a las 20 horas, y quedará, sobre todo, como recuerdo palpable de las sesiones compartidas en torno a la escritura y a la literatura que nos inspira y nos refugia a nosotros en medio de una realidad tantas veces inexplicable.
Además del mar como hilo, los autores, asistentes a los talleres del curso 2016/17, tenían otro requisito: no podían sobrepasar las ochocientas palabras, que, como digo en el prólogo, pueden parecer muchas, pero no lo son cuando se pretende narrar una historia y que todo lo importante respire adentro (hagan la prueba). Ese límite obliga a la selección, tan importante en este género que nació del cuento tradicional y que se ha instalado entre los lectores casi como reto, porque muchas veces es el lector quien tiene la tarea de recomponer estos relatos breves, de imaginar lo que no queda escrito y, a veces, de aportar una resolución. Algunas historias están escritas en castellano y otras en catalán —estas últimas, corregidas con la colaboración de Samuel Carreras— y en cada una, por breves que sean, emerge la voz literaria de cada cual: dar con esa voz es uno de los objetivos del taller.
Las historias aguardan en el interior, en el exterior continúa el mar. La pintora Zulema Bagur, también compañera de La isla de los escritores, ha creado las pinceladas mediterráneas (tan vivas) para la portada y el diseñador y escritor Sam García las ha encajado en la línea de «Peccata minuta». Otra artista de esta isla paralela que ha participado en «Mare Nostrum» por partida doble es Julieta Oriola, que se ha ocupado esta vez del retrato alternativo de la coordinadora/servidora para la solapa. Y así, con esta suma de talentos, llega otra huella de esta especie de utopía que quién sabe qué otras historias contará. El nuevo curso comienza la segunda semana de octubre —hoy martes, a las 19 horas habrá sesión informativa en el Ateneu de Maó y el jueves, a la misma hora, habrá otra jornada de puertas abiertas en el Cercle Artístic— y es lo mismo hablar de nuevo curso que de páginas en blanco con una primera palabra que podría ser «gracias».
En estas recomendaciones veraniegas he ido transcribiendo, como muestra, un fragmento de la obra en cuestión. En este caso no podía seleccionar un único texto así que he recopilado (de forma desordenada, con el caos de una corriente marina) las últimas palabras de cada uno de los relatos en esta orilla posible:
«La impotente mirada de Silvia. Había escuchado sus súplicas. Camí de la seva Ítaca. Parida de nuevo por la vida. Te'n recordaràs, de mi? Mirándole hoy de frente, emocionada. Él volvió a quedarse quieto. Tornarem, per somiar amb es passat. Para enfrentar un nuevo día. Una silla de mimbre donde poder sentarme. Regalo de mi tonto cumpleaños. Mi psicólogo estará satisfecho. Si al cruzar la playa, mar ya no estuviera más allí... No hi ha res com nedar en pèl, senyor. Cómo se alejaba. Quina traïdora! El movimiento de una sombra del agua. Tampoc no sabia nedar. Somos tres, dos, uno. Una ingenua gota de agua. Me ha bendecido, contigo. La abuela que nunca tuvo. Miles de astillas de olivo. Sobre el inmenso mar. Aliment i tomba... Alhora. Sigo sintiendo que es un sueño. En una casa del Atlántico, en Argentina. Encara que sigui només durant uns moments. Todas sus lágrimas. Damunt l'escorça feble de les onades. En medio de todos los muertos. Un mar de sang... Años después sigo atrapada. ¡Leyendas de marinos! Allà baix. El sonido del mar lo envolvía todo. Posem que era 'El rock de una noche de verano'. Sens dubte, la meva casa. Mi amado Mare Nostrum. ¡A un escritor no le hace falta nada más! L'amor farà la resta».
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