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Menudean las noticias sobre el cierre de tiendas, la liquidación de establecimientos comerciales y las dificultades para mantener abiertas durante todo el año las 'botigues de tota sa vida'.

El comercio local en Menorca está herido de muerte y luchar por la supervivencia. Tres causas provocan este asesinato, silencioso y doloroso. En primer lugar, la estacionalidad de la economía insular, fruto de la temporada turística, con unos meses durante los que las compras de la población local no compensan los gastos de funcionamiento. De ahí que cada vez cierren más tiendas entre noviembre y marzo-abril.

El segundo factor son las hipermercados y supermercados, donde los usuarios hallan una amplia gama de productos y ofertas en distintos sectores. Debemos añadir los cambios de hábito de los consumidores, que cada vez compran más a través de Internet y no dudan en trasladarse, a Mallorca -el 75 por ciento de descuento de residentes ha abaratado aún más los pasajes- o a Barcelona para adquirir toda clase de artículos.

Las comerciantes locales, a través de Ascome y otras asociaciones, aplican el ingenio y el esfuerzo para atraer el interés de los menorquines. Organizan la Fira de Stocks, donde ponen a la venta productos a precios rebajados que no vendieron durante la temporada y para obtener liquidez el Black Friday, el último viernes de noviembre, una iniciativa procedente de Estados Unidos que arranca la campaña de Navidad los «Días del Cliente», con descuentos y promociones exclusivas... Y también promueven la emisión del vídeo «Idò, jo compr a Menorca» para que los menorquines sigan acudiendo al comercio local.

Se avecinan más cambios, que obligarán a los empresarios del sector del comercio menorquín a reinventarse para resistir.