Fela Saborit01/08/17 0:00
TW

Juana Rivas, la madre desaparecida para eludir la entrega de sus dos hijos a su expareja, condenada por lesiones en el ámbito familiar en 2009, elevó ayer al Tribunal Constitucional su súplica, presentando a través de su abogado un recurso de amparo para que se suspenda el auto judicial que la obliga a enviar a sus pequeños a Italia, donde estuvo el último hogar familiar antes de la separación. El Constitucional resolvió inadmitir el recurso por considerar que no se ha agotado la vía judicial previa. Este caso es ya un laberinto de juzgados en el que están perdidos dos niños, ahora en paradero desconocido con su madre, que está incumpliendo una sentencia a pesar de gozar del apoyo social e incluso de la comprensión del presidente del Gobierno, quien a preguntas de una periodista ofreció una declaración, «hay que ser conscientes de lo que le ha ocurrido a la mujer», dijo.

Noticias relacionadas
Fela Saborit

La amenaza de Ryanair

Más noticias relacionadas

En las rupturas siempre hay diferentes versiones, es el juez quien debe guardar equidad y hacer cumplir la legalidad, algo que me parece extremadamente complicado y doloroso cuando hay menores de por medio. Sin embargo, y pese a que esta madre se ha saltado la ley, hay que entender que la gente toma postura a su favor y hace suya su causa con la frase "Juana está en mi casa" porque llueve sobre mojado. Son demasiadas mujeres, 31 en lo que va de año, asesinadas por parejas y exparejas, demasiados niños que presencian y también son víctimas de esa violencia; casos que aún están en el recuerdo como el de José Bretón, que asesinó a sus hijos como venganza cuando precisamente la madre se los entregó cumpliendo el régimen de visitas; y todavía mucha lentitud de la justicia, ya que al parecer una segunda denuncia por malos tratos de Rivas está pendiente de traducir al italiano para su tramitación en aquel país. Ambos progenitores tienen derechos, la ley debe respetarse pero ante la más mínima duda, la integridad física de los menores debe guiar la acción de la justicia. Porque las velas, las flores, los lloros y las concentraciones después, son inútiles.