Un pescador hace un comentario desafortunado, incendia las redes y se retira. Ya sabemos (los que han estudiado) lo que fue la revolución industrial y cómo lo cambió todo para bien o para mal o para siempre. No podemos volver atrás en el tiempo, como ese iceberg monstruoso que se ha desgajado de la Antártida, y que ya no se volverá a unir nunca más. Las cosas que se rompen (o se hacen trizas), igual que lo que publicas en la red, así se queda para siempre. Las palabras que dices no vuelven a la boca. Y el que abre la caja de Pandora es un irresponsable.
La revolución digital lo cambia todo sin posibilidad alguna de volver a lo de antes. Imposible controlar sus efectos. No nos queda más que disfrutarlos o padecerlos. No podremos parar el iceberg.
El hombre (o la mujer) digital es muy diferente del agrícola o del industrial. Son revoluciones que modifican lo que vives, cómo lo vives, lo que piensas y lo que no eres capaz de pensar. El hombre industrial ya no conocía la naturaleza como el campesino. Ya no veía la naturaleza como su medio de vida y le perdió el respeto y la estima. Sus fines eran otros.
Ahora pasa con el nuevo escenario: sobran obreros porque tenemos robots eficientes que no se quejan. Finalidades distintas. La revolución digital no ha hecho más que empezar, Y ya estamos más perdidos que un oso polar, al que se le ha ido el suelo sobre el que se alimentaba y vivía, irremisiblemente a la deriva.