Y yo complicándome la vida. Mi hija de casi tres años ha dejado el pañal. Su «coco» está lo suficiente maduro para hacer sus necesidades en el baño. Un trabajo de maduración por su parte y de acompañamiento de su maestra y los padres. Un éxito para todos. No me entretendré en los pormenores. En alguna columna hablé de ello. Pero sí hablaré del presente. Empezaré asumiendo que no soy una super mother. Tocaba hacer colada de ropa blanca y toda su muda estaba por lavar. Pero por si acaso buscaba entre dos montones de ropa limpia alguna braguita. Y nada. Y mientras subía desesperada la ropita, el minutero del reloj avanzaba para ir a la escuela, haciendo la tercera montaña, porque quería evitar ponerle el pañal como alternativa, me veo a mi pequeña con la braguita del bañador. Que sencillez sublime para decirme sin palabras, ni grandes argumentos «mamá, sé que quieres ponerme mi muda limpia, pero aquí tengo este culetín que hace el mismo efecto. Y así no me pones pañal» Me rendí a su alternativa. Hay que ser flexibles con nosotras mismas. Ya lo dice Carlos González, el pediatra, «si quieres que tu hijo coma una manzana y él quiere plátano, no te enfades. Tu objetivo es que coma fruta». Pues eso traspolado a la muda. Y en vez de ella con 34 meses era yo la adulta empecinada en la dichosa prenda. Pues toma lección de mi hija.
Supervan Family
Aprendiendo de ella
21/06/17 0:00
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