La opinión individual es ligera cual nubecilla de verano, aunque pueda ser profunda o superficial, efímera o memorable, cualificada o demencial. Pero la opinión pública, eso que piensa todo el mundo porque todo el mundo lo piensa (inercia mental), es una bola de nieve que puede llegar a aplastarte bajo su peso. Quien sea capaz de manipularla, puede llegar a acumular un poder terriblemente efectivo. De ahí la lucha por controlar los medios. Mira lo lejos que llegaron Berlusconi, Hugo Chávez, Hitler o Mussolini. Recientemente Farage, Le Pen o Iglesias. Líderes que prometen una sociedad feliz para sus seguidores, donde el enemigo a batir está en el punto de mira de los justicieros y sus vehementes devotos. Los delitos de odio nunca están lo suficientemente perseguidos, debido a nuestra tolerancia boba con los intolerantes.
Sin flash
La opinión pública
04/06/17 0:00
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