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Canarias es una zona considerada ultra periférica y por este motivo recibe unas ayudas mayores que Balears, por ejemplo, en el transporte de mercancías. Menorca también se encuentra en la periferia de España, porque debe superar la doble insularidad, con una economía más débil y una oferta de transporte muy reducida. Esa debilidad endémica algo tiene que ver con la falta de apoyo por los mayores costes del transporte.

Quizás cuando los emprendedores de antaño tuvieron tanto éxito la economía no era tan competitiva y tenía más valor el producto en un mercado todavía no saturado. Sin embargo ahora necesitamos la compensación de la doble insularidad para ser iguales que en la Península. En Canarias ya tenían recorrido un largo trayecto, con Paulino Rivero en la presidencia, pero ahora el diputado de Nueva Canarias, Pedro Quevedo, ha conseguido premios excesivos con su voto, necesario para aprobar los Presupuestos Generales del Estado. Entre otros que el coste de sus mercancías esté subvencionado al 100%.

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Los agravios comparativos de Menorca con Canarias forman una larga lista. Hoy se descubren hasta cuatro en esta edición del periódico: la brecha en las ayudas al transporte de mercancías; la diferencia de plus por residencia entre los profesores; la misma situación en policías y guardias civiles; y que Balears no cuenta con ningún médico especialista en alergias y Canarias tiene 30 plazas de alergólogo ocupadas.

Por algo son las islas afortunadas. Que Menorca sea la primera tierra española en ver salir el sol es la prueba fehaciente de que residimos en la periferia. Sin embargo, nos quedamos con el bonito eslogan turístico y no conseguimos que nos compensen la doble insularidad. Ya saben aquello de que unos tienen la fama y otros, los canarios, cardan la lana.