La victoria de Pedro Sánchez en las primarias socialistas es, a mi modo de ver, bastante sorprendente, sobre todo frente a una Susana Díaz y todo el aparato del partido que tenía al lado. Ella se entretuvo una eternidad desojando la margarita sobre si quería o no ser la secretaria general de los socialistas. Otra que los asesores no le funcionan porque Susana no dio el sí quiero hasta que no le anunciaron a bombo y platillo que se iba a pasar por el refajo a Pedro y al pobre Patxi, que también este hombre vaya ganas de meterse en un charco. El domingo 21 de mayo 2017, cuando Pedro Sánchez salió para presentarse urbi et orbe, de los viejos socialistas que han sido alguien en el socialismo español, solo estaba a su lado Rubalcaba; los demás se lamían las heridas en el oscuro rincón de la incredulidad. Que por cierto, la militancia se ha pasado voto en mano al aparato del partido por retambufa. Algunos ya pueden ir pidiendo la jubilación porque han sido democráticamente mandados a sus recuerdos, que es de lo que viven. Susana también tuvo su signo expreso de pataleo incontenido, haciéndoselo notar a quien quiso verlo porque estando en el mismo edificio de la sede socialista, en vez de acudir al despacho donde se encontraba el que le había derrotado sin paliativos, no se le ocurrió otra cosa que llamarle por teléfono para felicitarle y de paso hacer ver que cumplía con lo cortés, porque desde luego con la sinceridad democrática, a mí no me lo pareció. Su gesto no admitía lugar a dudas, estaba respirando por unas urnas que no le fueron favorables.
Així mateix
No lo tendrás fácil ni con los tuyos
26/05/17 0:00
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