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De continuar con estas desproporciones, acudir a disfrutar de las inimitables fiestas de Sant Joan en Ciutadella se va a convertir en un ejercicio de riesgo en función de la excesiva concentración de personas en el casco antiguo de la ciudad.

Los datos estadísticos oficiales ofrecen una transformación preocupante en apenas un decenio, no ya por el aumento constante de jóvenes y no tan jóvenes llegados de Mallorca y Catalunya, preferentemente, ante la fama de Sant Joan, sino porque ese incremento no se ve acompañado por una dotación policial que se ajuste a la demanda.

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Resulta sorprendente que la Policía Local de Ciutadella tuviera más agentes disponibles para dar cobertura a las fiestas en 2009 -70 agentes- que en el año 2016 -47. En 2006 el pico de población insular el 24 de junio se incrementaba en 11.818 personas, que en buena lógica, acudían a disfrutar de la celebración de Ciutadella, mientras que para dentro de un mes la llegada de visitantes estará próxima a los 30.000, según las plazas ofertadas por las navieras y las compañías aéreas.

A simple vista se trata de casi el triple de asistentes a la gran fiesta en poco más de dos lustros. En ese tiempo, paradójicamente, los efectivos de la Policía Local se han reducido cuando debería haber sucedido todo lo contrario. La situación se parchea con la llegada de los refuerzos de otros municipios, que en ocasiones, deben cubrir hasta 14 horas de trabajo. ¿Puede resultar efectivo?

La Policía Nacional se ve reforzada con los agentes de la UPR, hay más efectivos de Protección Civil y Cruz Roja, y se mantiene, no sin dificultades, la aportación impagable de los voluntarios. Pero el crecimiento de la población festiva en Sant Joan merece una presencia profesional ante los incidentes inevitables que puedan aparecer. El riesgo existe.