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El obispo Francesc Conesa, con el que hoy los periodistas menorquines tendremos la oportunidad de compartir mesa y austero almuerzo en El Toro, admitió el 23 de abril a los seminaristas Pau Pons y Jean Marie a las órdenes sagradas. Ambos han iniciado los estudios de Teología y ya han emprendido la recta final de preparación al sacerdocio.

En esta celebración, que tuvo lugar en el santuario de la patrona de Menorca, centro geográfico y espiritual de la Isla, participó un grupo de jóvenes menorquines que compartía unas jornadas de convivencia.

Durante este año, los presbíteros menorquines Joan Febrer y Francesc Triay celebran el 50 aniversario de su ordenación e incorporación al ministerio sacerdotal; Joan Miquel Sastre, Bosco Martí y Florenci Sastre, el 25 aniversario; y Sor Beneta Amor, religiosa dominica, y Sor Catalina Febrer, franciscana, las bodas de oro de la profesión religiosa. En conjunto, transmiten el compromiso y la vitalidad de la Iglesia de Menorca.

En la acertada homilía pronunciada por Joan Miquel Sastre en la Eucaristía de celebración del 25 aniversario de su ordenación presbiteral, afirmó que «merece la pena ser sacerdote; porque no está pasado de moda ni lo estará nunca» y añadió, dirigiéndose a los fieles que llenaban la iglesia de la Concepción de Maó: «necesitáis al sacerdote como él os necesita a vosotros».

Debemos hacer todo lo posible para que los presbíteros ejerzan su ministerio con la vocación y la ilusión del día de su ordenación -tu es sacerdos in aeternum- y para que no falten nunca ni en la Iglesia universal ni en la Iglesia de Menorca.

La mejor homilía del sacerdote es su vida; la mejor catequesis, su ejemplo; la mejor lección, su entrega. Vosotros estáis en la primera línea de las parroquias y de las comunidades cristianas; al servicio de familias, enfermos, pobres y niños. El oficio del amor, como lo definió San Agustín.