TW

El himno nacional de Francia fue escrito por encargo del alcalde de Estrasburgo a un capitán de ingenieros llamado Rouget de Lisle en 1792. Eran tiempos de guerra. Ha pasado, como todos los himnos, por diversas vicisitudes. Prohibido durante el Imperio y la Restauración. También durante la ocupación nazi (¿recuerdan la emocionante escena de la película Casablanca?). Tendemos a interpretar el pasado con los prejuicios o anteojeras del presente, pero la historia es más compleja (y sin complejos) de lo que pensamos o consideramos políticamente correcto.

No debemos ver solo lo que nos gusta; o recordar únicamente lo que nos interesa. «La Marsellesa» es un bello himno al orgullo de ser francés y un canto apasionado en defensa de la libertad. Porque el amor a lo propio no excluye la identificación con otros ideales más amplios y nobles. En una de sus estrofas se dice: «¡Libertad, Libertad amada, combate con tus defensores!». Me recuerda el cuadro de Delacroix que se expone en el museo del Louvre: «La libertad guiando al pueblo».

Noticias relacionadas

La lucha por liberarnos de la opresión o sus amenazas se hace más necesaria que nunca. La tiranía adopta miles de formas. Es descarada o sutil. Se disfraza de bellas palabras o propósitos. Bajo apariencia democrática, oculta al lobo con piel de cordero.

La libertad es hermana del respeto. Hija de la educación. Requiere determinación y sacrificio.

Enfants de la Patrie… ¡Gracias por salvar a Europa! No sabemos cómo acabarán los acontecimientos que se avecinan y nos tensan. A veces, el futuro parece una película de suspense. Solo seremos dueños de nuestra actitud ante lo que pase. Es cuestión de tiempo avergonzarnos o sentirnos orgullosos.