Cuando el pastor lleva muchos años careando el mismo rebaño, es cuando le sobrevienen los problemas, porque suele haber hecho dejación de la férrea vigilancia que el rebaño requiere para que no se salgan del aprisco cabras y ovejas». Perdóneme señora la metáfora, pero eso o algo muy parecido es lo que le ha pasado a usted, cómo le paso en Valencia a Rita Barberá y ambas dos sin enterarse de nada.
La de Valencia con no saber nada tenía a todos sus subordinados más próximos imputados. Usted, señora Aguirre, tampoco puede presumir de estar enterada de los atajos que tomaban en eso de trincar presuntamente el dinero ajeno algunos de sus subordinados más próximos. Entre pitos y flautas, deja usted tras de sí, a más de veinte imputados (creo que veintiséis). Usted era lo quiera o no, la responsable de su propio aprisco, como lo es todo pastor. Pues fíjese que no han sido dos únicas ranas las que croaban su golfería, y de paso, dese también por enterada que frente a un posible tsunami corrupto al vaivén de las aguas putrefactas en su mandato, su amado partido no tardará en dejarla a un lado si no lo ha hecho ya.
Es como lo del cazador y su galgo: mientras coge liebres, el cazador le da de cenar leche y hogaza, y al primer día que las liebres se le escapan, cena de su cayada, cuando no es abandonado en un cruce de caminos. Cuándo aprenderán ustedes los políticos que muchos años en el mismo cargo, hace que suelan acabar cómo acabó la de Valencia y acabará la de Madrid. ¿Sabe por qué? Porque aquellos que debían de estar vigilados acaban por darse cuenta que ya no lo están, y ahora además, se dará cuenta que los corruptos son como las cerezas, que tiras de una y te vienen detrás un puñao.