Asistimos a las brutalidades bélicas en Siria, de una guerra embrutecida como quien ve llover. Egoístamente nos desentendemos de las calamidades que no nos afectan directamente. En Siria han llegado en su desvarío exterminador al cainismo más atroz a gran escala, que es lo que suele pasar cuando un país se va destruyendo. Exterminando a sí mismo, como le pasó a España cuando lo de aquel sangriento golpe de estado, que algún iluminado llamó «cruzada nacional», cuando en puridad fue una guerra civil, principiada con una asonada militar, un cainismo alentado por quiénes probablemente ni siquiera habían calculado hasta donde podría llegar el poder destructivo del fuego que habían prendido, que fue mucho más allá en sus consecuencias de los tres años de guerra, porque los vencedores no les bastó con ganar una guerra en las trincheras. Luego, continuaron contra quiénes no podían defenderse, masacrando a quiénes no pensaban como ellos.
Sa gleva
La brutalidad de la guerra
18/04/17 0:00
También en Opinión
- Los okupas liberan los chalés de lujo de Coves Noves tras el aviso de Desokupa de que iba a echarlos
- La okupa del vídeo regresa al chalé de Coves Noves y monta un ‘show’ con las televisiones
- Más de 400 propietarios 'corrigen' sus anuncios de Airbnb en Menorca para mostrar la licencia
- Que a falta de arena en las playas de Sant Tomàs...
- Decepción de los taxistas de Menorca por el arranque de la temporada: «Está siendo un desastre»