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A propósito de los nombres. «¿Usted cómo se llama?». «Juan». «Es que he escuchado que le llaman Juanito, entonces a usted le gusta que le llamen Juan». «Sí». Yo me llamo Ariadna y odio que me llamen Ari, me irrita. Soy como esos dibujos animados que cuando pronuncian ese odioso diminutivo mis dientes chirrían y salen mil rayitos de mi cabeza. Siempre me pregunto por qué cuesta tanto que respeten la voluntad de una persona. No me tengo que justificar, me llamo así y punto. «No mujer, es que es más cariñoso». ¿Más cariñoso para quién?, porque ya te he dicho como me llamo y como quiero que me llames. Es solo una cuestión de respeto. Mi hermana ha sido madre y ha llamado a su hijo Leandro, mi sobrino, y no se me ocurre decirle Leandrito. No voy a ser más cariñosa con él, ni más cercana. Respeto la voluntad de los padres, porque él aún no se puede expresar. Otra cosa es que a mi sobrino le guste que le llamen de otra forma.

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Esta guerra de los nombres no la defiendo sola. Ahora los nombres se suelen escoger cortos para evitar el diminutivo. Pol, Pau, Marc, María,… pues aún así hay gente que hace diminutivo aunque sea más largo que el nombre Polito, Pauet, Marquitos, Marieta… Y ves el gesto de los padres cómo no les gusta nada, pues ya pensaron el nombre de su hijo por no hacerle diminutivo, además de darle un significado «le hemos puesto este nombre porque me trasmite esto, y significa mucho para nosotros». ¿He dicho sobrino? Si, mi hermana se estrena como madre, junto con su marido. Y yo tía. Pero aún mola más cuando el pequeño tenga la edad de pronunciar esos nombres «mamá», «papá», «tía», «nonno» (abuelo en italiano). Ahí es cuando te deshaces. Y si ya me dice «la tía Ariadna», me muero de gusto. A los padres de los hijos que tienen hijos, y les hacen abuelos, a muchos, entre ellos el mío, no les gusta que le llamen así, abuelo, como al cantante Raphael. Ya dijo en una entrevista a la periodista Susana Griso que él era Raphael para sus nietos. Otros anónimos, se hacen llamar Lala, Lolo, Abu, avi, s'àvia, yaya, yayo. Y por respeto se les llama como ellos han decidido ser llamados. Y si no muy amablemente se les rectifica.

El árbol genealógico va extendiendo sus ramas, y vamos tejiendo esa red humana que hace que vayamos cumpliendo eras. Por eso es tan bello dar la enhorabuena a unos padres por la bendición de tener hijos. Porque es vida, y porque es el futuro. Por eso es tan importante la crianza, y educación, porque de lo que les transmitamos de ellos dependerá hacer un mundo mejor de lo que nos lo encontramos.

@sernariadna